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lunes, 29 de septiembre de 2014

Audax Italiano 2 - Universidad de Chile 3


Sin sufrir no vale. Es la manoseada frase a la que los hinchas azules acuden para infundir de manera involuntaria, una característica inherente al club. No comparto el postulado respecto a la disputa de partidos. Probablemente exista asidero en la sentencia si se revisa la historia azul, que por cierto adquirió ribetes de pasión en la época más oscura de nuestro país. No nos vamos a detener en esto ahora. Más que sufrimiento, lo que se ha observado en algunos lances disputados en este Apertura 2014, es una falta de contundencia en el cierre del resultado. Esto se debe a la ausencia de arietes equivalentes en nivel. Sabemos que Canales es determinante, sin embargo, el fútbol no se juega solo. Sebastián Ubilla termina siendo una pieza importante en el tramado ofensivo pues la U no tiene punteros rápidos (y menos habilidosos). Cada vez que Lasarte movió la línea ofensiva estando en cómoda ventaja, lanzó al terreno de juego a Enzo Gutiérrez, César Cortés o Juan Ignacio Duma. Sin embargo, es el primero el que ha protagonizado mayormente esta situación. Pues bien, cada vez que ingresó, su desempeño fue francamente patético. En condiciones de inmejorable ventaja, con el rival desprotegido en su afán de ir a descontar el marcador, Gutiérrez jamás pudo encarar a las defensas rivales y convertirse en un “liquidador de partidos”. Se limita a recorrer la banda izquierda, recibiendo balones de espalda al rival para realizar la simplísima ejecución de pases cortos hacia algún compañero que se encuentra atrás de él. A estas alturas, lo de Gutiérrez es sencillamente impresentable. Hemos sido testigos de una U más contundente, no es algo ajeno a su historia. Para ello Lasarte debe enviar a la cancha a jugadores con hambre, jóvenes de inferiores como Matías Pinto claman por una oportunidad. Un partido que de acuerdo a su desarrollo debió convertirse en goleada de la U, terminó con un descuento producto de una nueva desinteligencia defensiva en el juego aéreo, y con un marcador que no refleja el amplio dominio azul. La última jugada del encuentro es un remate potente de Audax Italiano que encontró las manos del seguro Johnny Herrera. Desenlace absolutamente inevitable. El crédito para el uruguayo es sin duda alguna, que a pesar de complicarse en los cierres, termina consiguiendo el objetivo central que es apoderarse de los puntos.
Buen cometido de Ramón Fernández, ¡por fin! Se le vio ágil, participativo, con mayor dinámica en la entrega del balón. No obstante y vistos sus antecedentes, deberá ratificar esta “aparición” con una regularidad que permita confiar definitivamente en él. Quizá la superficie sintética lo favoreció pues se trata de un jugador de buena técnica, algo requerido en tal tipo de terreno. Incluso más, Gustavo Lorenzetti no consiguió desarrollar el potencial que le conocemos una vez que reemplazó a Fernández. El mismo Lorenzetti ha confesado que este tipo de canchas no son de su agrado, aunque por cierto no califica como excusa su declaración. Opinión personal: para el fútbol profesional los pastos de plástico debiesen estar prohibidos. El riesgo de lesiones aumenta y se pierde algo de la esencia del fútbol profesional.
Los puntos altos del encuentro fueron Ubilla, Martínez, Fernández, Espinoza y en general, toda la zaga. A Canales no es necesario incluirlo pues ya sabemos lo que pesa en este equipo. Un acontecimiento a destacar es que los tres delanteros titulares consiguieron convertir en el mismo partido. Interesante como esperanzador de lo que viene.
Existe un trascendido no oficial acerca de una lesión de Osvaldo González. Esperemos que no sea así y que si lo fuera, sea algo leve y le permita llegar en óptimas condiciones al clásico. González es otro de los puntales de este plantel y aunque hay buenos reemplazos en esa zona, es un tipo muy importante en el andamiaje defensivo. Otro suceso que podría llegar a afectar los intereses del club, será la convocatoria de elementos del medio local para la disputa de amistosos frente a Perú y Bolivia. El lado positivo, se juega en Chile. El negativo, la ya conocida propensión a lesionarse en las prácticas de nuestro recordado adiestrador obsesivo y terco. Veremos qué determina Sampaoli en cuanto a llamados y utilización posterior de nuestros jugadores. Otro receso en el fútbol chileno, una oda a la discontinuidad y falta de seriedad en todo aspecto de su organización.

Cerramos esta columna con algo de numerología. El cinco nos ha traído a la memoria la tarde del 29 de abril de 2012 y nos ha separado del mal olor en justamente aquella medida de distancia, culminada la novena fecha del torneo. Viva la U. 

lunes, 15 de septiembre de 2014

Universidad de Chile 1 - Universidad de Concepción 0


Luego de ver a la U cayendo a niveles penosos desde  la transición de Sampaoli, el escenario actual era impensado. Veintidós puntos de veinticuatro posibles es sin duda una faena suculenta. Dada la premisa inicial, el nivel de juego exhibido es secundario en comparación al cómo se ha obtenido tal nivel de rendimiento. Transcurridas ocho fechas de campeonato, Lasarte ha enfrentado diversos escenarios, consiguiendo posicionarse como uno de los técnicos más efectivos del último tiempo. Si bien es cierto no se ha conseguido todavía el objetivo primordial, cualquier hincha azul habría timbrado este rendimiento antes de comenzar el torneo. Es que cualquier mejora sustancial respecto de la decadencia a la que condujo la presidencia de Yuraszeck era aceptable. Como club grande y con resultados espectaculares hace tan solo dos años, es natural imponerse metas altas. Lo que se suele obviar cuando se ambiciona de esta manera, es que las crisis no poseen recetas mágicas para ser superadas. Afortunadamente para la familia azul, la enmienda del rumbo ha sido contundente y se avizora buen futuro más allá del horizonte.
El de ayer fue un partido de aquellos en que dadas las circunstancias de su desarrollo, se requería de un liderazgo fuerte y pragmático para conseguir apoderarse nuevamente de los tres puntos. Se jugó mal, con rendimientos individuales alicaídos, frente a un rival que si bien es cierto dispone de armas para complicar a un aspirante al título, no era contendor con aspiraciones a tal nivel de objetivo. Ese liderazgo del que hablamos fue ejercido nuevamente por Martín Lasarte. Los cambios que realiza, además de resultar, refrendaron la situación que se observaba en cancha. Una Universidad de Chile errática, imprecisa, pletórica de pérdidas de balón inaceptables. Con todo, la mentalidad de aferrarse al liderato superó las carencias futbolísticas dando paso a una zaga sólida, coordinada y liderada por sus defensas centrales. No obstante aquello, hubo más que un par de ocasiones en que fue sobrepasada con real peligro de gol. Más allá de la impericia del rival para embocarla, asunto normal dentro de un partido de fútbol, no se deben repetir tales falencias pues frente a un contrincante de mayores pergaminos se podría pagar muy caro.
Veamos los rendimientos generales. Ya es majadero decirlo, sin embargo quedará el precedente si es que no se reacciona a tiempo. La línea ofensiva ha ido perdiendo cada vez más fuerza. Esto se debe a lo que venimos diciendo desde el inicio. Ya sea por error o por implícita exigencia de la dirigencia, Lasarte no “limpió” la delantera y optó por quedarse con verdaderos lastres. La ausencia de Ubilla fue determinante, se extrañó su velocidad. El problema es sin embargo, su ineficacia para convertir goles y su ya exasperante tendencia a lesionarse. Enzo Gutiérrez ni siquiera estuvo en la banca (y eso que llena cupo de extranjero). Se supo que nuevamente sufrió una dolencia. Simplemente inaudito, a estas alturas, la dignidad debiera remecer su conciencia para renunciar. Para qué vamos a exponer acerca de sus limitaciones como jugador. Patricio Rubio es un caso que causa también un alto grado de irritación. No tiene velocidad, es feble físicamente (no aguanta las marcas), se enfrasca eternamente en discusiones con los árbitros y compañeros. Para colmo, hace bastante rato que no emboca adentro del arco. Otro sobreprecio cancelado por capricho y con una falta de visión enorme. Sobran prácticamente todos los delanteros a excepción de Canales. El chico Duma tampoco consigue imponerse y es también, cupo extranjero. Algo anda mal en esa zona del juego. Basta con retroceder unos metros para encontrarse con el otro tumor de este plantel: el diez. Las oportunidades ya han sido demasiadas, no se puede despilfarrar un puesto tan importante en un jugador que carece de casi todo lo que debiese exigírsele a un diez clásico. Pierde balones infantiles, remata bien con un bajísimo porcentaje de efectividad, retarda la transición hacia los delanteros, se estorba con Espinoza y Lorenzetti (si es que juega junto al último). Las oportunidades para Ramón Fernández han sido abundantes y nunca pudo sobresalir como el hombre distinto, ese que define partidos. El ingreso de Guzmán Pereira implicó, en el buen sentido de la frase, una verdadera amenaza para Sebastián Martínez o, si Lasarte es audaz, para el mismo Fernández. El uruguayo se vio firme, con muy buen pie no tan solo para entregar el balón sino también para asistir directamente “a gol”. Las presencias de Magalhaes y Ortiz fueron funcionales, permitieron recuperar la pelota perdida durante gran parte del partido en el mediocampo.

En conclusión, este equipo ha demostrado saber abrochar resultados, una característica fundamental para transitar a la posibilidad de concretar un nuevo título en un torneo corto. Por ahora el preciado “jogo bonito” aparece con destellos, pero el juego pragmático llegó para quedarse. Como diría nuestro estratega, eso “está bueno”.