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lunes, 12 de noviembre de 2012

Sao Paulo 5 – Universidad de Chile 0


Lo que más molesta de la eliminación que acaba de sufrir la Universidad de Chile en Sao Paulo es que su principal causa fue la obcecación de Jorge Sampaoli, pues su estrategia ya no es compatible con la calidad del plantel y aquello ya había quedado expuesto tras la llave con el Emelec: si recordamos las tapadas y los mano a mano que debió sortear Paulo Garcés en Guayaquil, nos daremos cuenta de que el 3 a 0 del primer tiempo poseía un antecedente que el casildense omitió: últimamente, los delanteros rivales enfrentan cara a cara a los arqueros azules al menos tres o cuatro veces por partido. Sólo la ineficacia de los ecuatorianos evitó que la U fuese eliminada en octavos de final, la misma ineptitud que enseñaron los jugadores de la UC en el último clásico universitario: de no mediar la gran actuación del ya mentado Paulo Garcés, la U perdía el partido de manera ridícula.
¿Por qué está ocurriendo semejante estupidez? Simple: cuando la Universidad de Chile tiene la pelota sólo se queda con dos hombres en el fondo y no con tres, como sí acontecía el año pasado con Marcos González, Osvaldo González y José Rojas. De esta manera, hoy en día cualquier balón perdido genera llegadas a fondo por parte de los adversarios, quienes, por lo demás, ya conocen el juego azul y optan por replegarse, incluso cuando actúan de local. Esta ceguera por parte de Sampaoli convirtió a la U en un cuadro predecible e inocente que, para más remate, ni siquiera tiene pierna fuerte.
El DT ha exhibido muchos desaciertos a nivel internacional durante este semestre y la prueba es que en la mayoría de los encuentros debió realizar al menos dos cambios apenas comenzado el segundo tiempo. Ocurrió ante el Kashima cuando salió con tres delanteros que causaron un vacío en el mediocampo, ocurrió en los dos pleitos con el Emelec y en los dos ante Sao Paulo. En suma, su tendencia ha sido errar el planteamiento desde el principio. Sólo en los partidos disputados ante el Santos pudimos ver a una Universidad de Chile en plenitud, aunque, por supuesto, faltaron los goles.
En cuanto a aquello, es cierto que los refuerzos en delantera han sido discretos: la debilidad física de Sebastián Ubilla resulta insoportable, basta que le tiren el hombro encima para que pierda el balón. Como si eso fuera poco, estuvo lesionado casi todo el semestre. Por otra parte, si bien es encomiable el empeño de Enzo Gutiérrez, se trata de un jugador muy lento que, para rendir bien, requiere la presencia de dos punteros fuertes y rápidos, pues su virtud es ser un pivote relativamente eficaz. La gran interrogante que surge a partir de esta falta de gol es qué pretendía Jorge Sampaoli con la llegada de Luciano Civelli, a quien deseaba incluir en la ofensiva. Civelli es un jugador caro y discreto que no ha sido aporte para nada porque resultó que, al igual que Eduardo Morante, es de cristal. ¿Francisco Castro? Desapareció absolutamente y debe irse a préstamo para ver si alguna vez recupera el nivel del 2011. Pese a todo esto, la responsabilidad no es sólo de ellos: es la rigidez del sistema lo que está fracasando.
El hecho de que ninguno de los delanteros que dejaron la U haya triunfado en el extranjero demuestra que su éxito se debió al grado de sorpresa causado inicialmente por la estrategia de Sampaoli y refuerza lo siguiente: este momento de inoperancia no se solucionará cambiando hombre por hombre, sino realizando una nueva versión del exitoso sistema del 2011. Como ya señalamos, la táctica azul ya fue asimilada por los rivales y les basta con esperar y contragolpear para generar daño. Por tal razón, es la zona media de contención la que debe robustecerse: suponiendo que ya no se cometerá la idiotez de quedar con dos zagueros aislados en el fondo, si se defiende con tres al menos deben incluirse dos volantes con capacidad de quite, anticipo y remate de distancia. ¿Dónde están estos jugadores? La tarea es, precisamente, hallarlos: ¿en Uruguay? ¿En Paraguay? ¿Será ésta la verdadera función de Civelli? Puede ser. Las bandas por ahora parecen estar cubiertas: si bien Matías Rodríguez aún está en deuda, al menos Paulo Magalhaes puede reemplazarlo y por la otra punta están Eugenio Mena, Roberto Cereceda y el promisorio John Santander. También ha resultado próspera la aparición de Juan Ignacio Duma.
¿Qué pasa con el resto? Llama la atención que los nuevos hinchas de la U, ignorantes de su pasado y exitistas como las perras blancas, despotriquen contra gente como Guillermo Marino y Gustavo Lorenzetti, los únicos capaces de poner algo de fútbol en el medio. La salida de éste último en Sao Paulo fue responsabilidad del propio Sampaoli, quien prácticamente lo sacrificó al desasistirlo entre la multitud de volantes que dispuso el local. Marino, a su vez, fue quien salvó la obtención del tricampeonato con un golazo en el epílogo de la final y cada vez que ingresa en los segundos tiempos aporta claridad. Es un jugador elegante que por ningún motivo debe abandonar la U. ¿Charles Aránguiz y Eugenio Mena? Desgraciadamente, estos deportistas de lujo están reventados, situación en la que contribuyó el cerdo Borghi al nominarlos una y otra vez a su aventura ordinaria e improductiva.
Este encuentro con Sao Paulo marcará un antes y un después necesario; infortunadamente, ocurrió de la peor manera posible: con un resultado absurdo que hecha por tierra todas las bondades de este cuerpo técnico, el que jamás comprendió que “no se puede arriesgar más cuando se tiene menos”.
La cretina prensa criolla, compuesta en su gran mayoría por guatones hijos de perra, ha sido incapaz de analizar el partido y se refiere al cuadro paulista como si se tratara de una potencia, cuando en realidad éste es uno de los equipos más rascas que ha tenido Sao Paulo: jugaron de visita y de local de manera vergonzosa, replegados como lauchas en campo propio, haciendo tiempo y reventando el balón de manera indiscriminada. ¡Qué diría Telé Santana! Además, contaron con el beneplácito de los árbitros, quienes los dejaron cortar el juego a su antojo cada vez que la U se lanzaba en ataque. Lo que saca de quicio es el marcador y la palabra “baile” con la que se mofaron todos los medios de comunicación, pues la verdad es que, como ya indicamos, los brasileños se pararon en campo propio y se limitaron a contraatacar. Fue Sampaoli quien propicio la depredación: cada llegada brasileña se convertía en gol gracias al desamparo de la defensa y los azules, por su parte, ejercieron un dominio infructuoso. Los dos tantos del segundo tiempo fueron una vergüenza: una barrera impresentable en el cuarto -el estorbo que causaron los rivales debió evitarse a empujones - y una marca patética de Osvaldo González en el quinto.
Así las cosas, la Universidad de Chile se despidió de la Copa Sudamericana de la manera más triste. Al menos, Jorge Sampaoli reconoció su responsabilidad, aunque ya inició su habitual ultimátum a la directiva: quiere refuerzos de peso, pues su Morante y su Civelli resultaron ser los maniquíes más caros de la historia del club.  

1 comentario:

  1. La clave pasará por que Sampaoli pida refuerzos con mas cuidado y sabiduría para esta nueva etapa, hombres que sean "refuerzos reales" acorde a lo que se paga y así dejar de botar la plata para el próximo ciclo 2013.
    Ahora debemos enfocarnos el torneo Nacional, que salvo por las nominaciones del chancho Borghi, tendremos a los jugadores enfocados en el último objetivo del año, el Tetra Campeonato.
    Vamos la U mierda
    VAmo!!!

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