Se habían escuchado muchas idioteces durante la semana: que la U tenía una maldición en semifinales, que la Copa Sudamericana era menos que la Libertadores y que algunas ratas blancas querían que la gran campaña internacional de los azules llegara a su fin. Sin embargo, pese a toda la ordinariez de los rotos de siempre y a la mala intención de algunos medios de prensa chilenitos, que incluso llegaron a titular el triunfo de Liga ante Vélez como “a paso de campeón”, existía cierto optimismo en la hinchada de la Universidad de Chile. Fueron días de ansiedad, es cierto, pues el rival era duro, el partido sería terrible y, para variar, se debía luchar contra imponderables: la pérdida del Estadio Nacional. Pero insistimos: prevalecía en el ambiente un sano alborozo que, en todo caso, jamás se confundió con la vanagloria.
¿Qué es lo que origina este estado de complacencia? Simple: el principio fundamental que este cuerpo técnico le ha dado al plantel: convicción ofensiva y solidaridad. Sabemos que la U saldrá a embestir a quien sea: a uruguayos en Uruguay, a argentinos en Argentina y a brasileños en Brasil. Y que la forma de hacerlo será mediante un gran despliegue físico y un compañerismo táctico empecinado y conmovedor.
El pleito ante Vasco da Gama fue muy complicado. Su DT Cristovao Borges demostró ser un tipo perspicaz y en los primeros 20 minutos logró enredar a la U , presionando la zona media con anticipo y ejecutando toques de primera profundos hacia los costados. Fueron los instantes en que brilló la zaga azul comandada por Johnny Herrera y Marcos González, la figura del equipo. La idea de Borges era marcar un gol rápido y luego dedicarse a contragolpear, pues sabía que la Universidad de Chile tenía más resistencia aeróbica. Pero su estrategia fracasó y promediando la media hora ya había caído en la telaraña de Sampaoli. El gol de Canales llegó justo en ese intervalo. El segundo tiempo fue idéntico: Vasco salió con todo y volvió a chocar contra el muro azul. La estúpida expulsión de Fagner desalentó a los cariocas y dos minutos después llegó el golazo de Vargas que liquidó el pleito. Así se vencía al mejor equipo que la U ha enfrentado durante el año. Un detalle: pese a haber sido derrotado, el delantero Diego Souza dio una clase de espíritu deportivo al manifestar sus felicitaciones a la escuadra de la U , deseándole incluso la obtención del título. Una lección de elegancia proveniente de los campeones del mundo. Ojo con eso: la cortesía es un atributo de los grandes de verdad, por eso las ratas blancas no la poseen.
Se viene la primera final de Copa en la historia de la Universidad de Chile. Al frente está Liga de Quito, un cuadro con experiencias recientes en este tipo de contienda. Serán duelos tan complicados como los de esta semifinal en la que se ha logrado prevalecer. Sin embargo, el optimismo sigue conduciéndonos. La U irá a Ecuador a ganar y, pase lo que pase en el partido de ida, hará exactamente lo mismo en Santiago: buscará el triunfo desde el minuto uno, sus jugadores exaltarán el sacrificio y de las ánforas azules brotarán la fraternidad y la cálida emoción.
Un abrazo a todos quienes sufrieron la miseria de este hermoso club y que ahora disfrutan un ciclo de ensueño. ¡Viva la U , mierda!