En
el comentario anterior habíamos alabado el mediocampo de la U y lo catalogamos como el mejor
del torneo, también resaltamos la gran cohesión que poseía con la línea de
zagueros; pues bien, ninguna de las dos zonas le hizo honor a semejante epíteto
y se perdió un partido absurdo ante un equipo discreto que se limitó a parar
dos líneas de cuatro.
Más
allá del pésimo arbitraje de Puga -que cobró “faltitas” todo el pleito, que se
comió un penal enorme y que no dio el tiempo de descuento que correspondía-, hoy
se perdió debido a la tozudez de Lasarte: Enzo Gutiérrez y César Cortés no
deben jugar jamás, pero el DT insiste con ellos y con mucha impotencia debe
tolerarse la ineficacia de dos pavos que no saben definir, que no aguantan la
marca, que pierden balones ridículos, que tienen aserrín en la cabeza y hielo
en las venas y que, en definitiva, no poseen las condiciones atléticas para
desempeñarse en la Universidad
de Chile. Y el problema no es sólo individual, pues al ser un cero a la
izquierda entorpecen la labor de Mathías Corujo y la de José Rojas,
fraccionando dos ejes de ataque que son muy importantes para los azules. Ni
hablar de los puntos menos por causa de las ocasiones de gol desperdiciadas. La
pregunta es: ¿por qué cresta Lasarte insiste con estos paquetes? ¿Su
paternalismo se transformó en enfermedad? ¿Será una orden de los dirigentes? El
asunto es incomprensible, pues cuando estos dos lastres están en la cancha, la U juega con 9 hombres, así de
simple. Se entiende que la partida de Rubio y de Duma más las lesiones de
Canales y de Ubilla compliquen el panorama, pero una cosa es que estos últimos
no estén disponibles y otra es que sólo se pueda echar mano a dos rémoras en
lugar de variar la táctica, la que por lo demás comienza a ser leída por todos
los entrenadores ratones de Chile. ¿Tan descabellado es que juegue Sebastián
Martínez para enriquecer el medio y soltar más a Corujo y a Espinoza? ¿O que
entre Ortiz por la izquierda? ¿O que Carmona reemplace a una de las dos vacas
desde el comienzo? Perfectamente puede jugar sólo Benegas al frente del ataque,
si es que la oncena posee desborde por ambas puntas y buenos habilitadores.
Para
más remate, estuvieron mal Osvaldo González y Cristián Suárez, ambos con un
miedo infantil al pelotazo y dándose vuelta en los dos primeros tantos del
rival. ¿Harán lo mismo jugando contra el Inter de Porto Alegre? Los zagueros
centrales deben trancar con la cara si es necesario, ya basta de mariposeos. Por
su parte, Guzmán Pereira y Gonzalo Espinoza tampoco se desempeñaron bien: el
primero perdió la marca del Luna varias veces y Espinoza se sobró demasiado,
una vez más se creyó artista y buscó el elogio barato que se le proporciona a
los saltimbanquis. Herrera se vio lento y pesado en los goles, aunque como ya
señalamos, sus compañeros no lo defendieron como corresponde. Así las cosas,
sólo Corujo, Rojas, Lorenzetti y Benegas mantuvieron un rendimiento estable.
Una
lástima, la U sigue
dando ventajas debido a una obcecación contraproducente y, siguiendo la lógica
matemática del torneo anterior, sólo puede perder dos puntos más. Una cosa está
clara: es la testarudez del cuerpo técnico la que atenta contra la buena fortuna
que se tuvo en el campeonato pasado. Y es que aún hay algo que Lasarte
debe aprender: los tontos malos traen mala suerte.