El verdadero problema de la U se manifestó
en el triunfo ante Palestino: el plantel está muy mal conformado porque tal
tarea estuvo a cargo de un inepto al cual Heller le rindió pleitesía. Se fue
gente que era un aporte concreto, hay un absurdo exceso de volantes de quite y
faltan mediocampistas de creación y dos delanteros de peso. Con esto debe
lidiar el nuevo cuerpo técnico y la tarea, obviamente, no es fácil. Además, hay
jugadores cuyo nivel está muy bajo y otros que, sencillamente, ya no rendirán.
En resumen, cuando finalice el semestre, el plantel deberá depurarse por
enésima vez, lo que reflejará nuevamente el fracaso de la política de
contrataciones de Azul Azul. A esta altura, debieran primar los jugadores
formados en casa y, en lugar de ello, el equipo se ha convertido en una vitrina
de costosas decepciones. Tal descalabro origina que se viva una constante transición,
lo que a su vez impide la estructuración de una oncena estable que consolide un
estilo de juego y que obtenga títulos de manera regular.
Así las cosas, se debía salvar la llave de
octavos de final contra Iquique, un conjunto que sí tiene continuidad; de
hecho, es el puntero del torneo oficial. El cuerpo técnico ejecutó varios
cambios: entró Herrera; la dupla Vilches-Contreras cedió ante la de Jara y Ramírez;
en el medio jugaron Martínez, Schultz, Leiva y Zacaría; y en delantera estuvieron
Fernández y Taiva. De no mediar fallas puntuales, el
pleito se hubiera ganado sin sobresaltos, pero en fin, se deberá tolerar cierta
inestabilidad hasta fin de año.
La U comenzó muy bien y de inmediato hubo
un cambio positivo respecto del atolondrado proceso anterior: se ve un equipo más
seguro en el que nadie abandona sus posiciones; salvo en señor Monzón, quien en
los dos goles de los nortinos enseñó todas sus falencias: en el primero se quedó
parado en la mitad de cancha mientras le ganaban su zona y en el segundo ni
siquiera saltó a cabecear. Por otra parte, desperdicia los balones detenidos,
lo que supuestamente dominaba a la perfección: anoche dejó un tiro libre en la
barrera y en ella sólo había dos jugadores. Desde que se fue Eugenio Mena, jamás
se tuvo un lateral izquierdo importante.
Promediando el primer tiempo, los azules
perdieron la pelota y eso ocurrió porque no estaba Lorenzetti: el equipo se
desordena sin él y comienza el festival de sandías, melones y zapallos. No puede
ser que el buen trato de balón dependa tan sólo de un jugador y aquello confirma
el pésimo diseño del plantel. Con la ausencia de Maturana, la imprecisión creció
aún más. Una lástima que no haya vuelto Marino, más aún si lo tuvieron a mano
todo el año. Él hubiera colaborado mucho con la exactitud que se requiere en la
zona media.
En el segundo tiempo, la U ganó agilidad
con el ingreso de Carmona, quien debe aprovechar la llegada de este cuerpo técnico
sí o sí. De sus pies salieron los dos goles que, aparentemente, cerraban el
cotejo. Sin embargo, en la definición a penales exhibió toda la displicencia de
la que se tiene que librar; de lo contrario, será un eterno reemplazante u otro
de los tantos jóvenes que refuerzan a los rivales.
Como ya se indicó, las anotaciones de los
iquiqueños se debieron a fallas ostensibles del costado izquierdo, aunque también
debe señalarse el bajo rendimiento individual que obstaculiza la consecución de
victorias más serenas:
- Rodríguez está pasando un muy mal momento y tal vez tenga
que ceder su puesto un par de semanas para que resucite; de hecho, el gran
desempeño de Nicolás Ramírez puede posibilitar la incorporación de Contreras
en su lugar.
- Monzón no es un refuerzo y gasta un cupo extranjero
gratuitamente.
- Martínez debe recuperar el nivel de manera urgente,
pues en su zona sobran las variantes y puede quedar condenado a la banca o
a un eventual préstamo.
- Leiva es un jugador que aporta fuerza y compromiso,
pero tiende a desordenarse demasiado. La tarea de Castañeda y Musrri es
darle funciones específicas para que no se disperse tanto.
- Fernández es un jugador frío que no se compromete con
sus compañeros, el gol del empate surge debido a que esta “estrella” no
quiso trabar un balón. Su única salvación será tener actuaciones
memorables en los clásicos que se vienen; de lo contrario, puede volver a
Argentina tranquilamente.
Tal como se preveía, lo que queda de torneo
sólo garantiza estrés y sufrimiento, todo gracias a Azul Azul. Al menos ya no
hay farsantes en el cuerpo técnico.
Respecto del partido con el eterno cafiche,
es de esperar que los llantos de rata que han entonado no pesen en el
arbitraje; pues la treta, a pesar de ser muy vieja, ya les ha dado frutos
podridos con anterioridad. Pierna fuerte, velocidad, concentración y remate al
arco, con eso se puede derrotar a estos sinvergüenzas.