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jueves, 20 de octubre de 2016

Copa Chile: UC 2 – Universidad de Chile 0

Seguir insistiendo en las causas de esta crisis sería reiterativo; por tal razón, de ahora en adelante sólo nos remitiremos a comentar cada uno de los tristes partidos que se avecinan, si es que aquello es posible.
El pleito ante la UC puede ser muy útil para el cuerpo técnico, pues dejó muchas enseñanzas que, de ser asimiladas, disminuirán los malos ratos que hasta ahora parecen ineludibles. Por lo pronto, elementos como Jara, Reyes, Zacaría, Fernández y Mora deben perder la titularidad de forma definitiva.
El partido estaba controlado, la U agilizaba el juego y la UC sólo se replegaba en campo propio. La táctica del local consistió en esperar el error y salir rápido, lo que en definitiva aconteció… En una exhibición de carencia técnica realmente patética, Zacaría sirvió mal el corner y, pese a que el balón le quedó nuevamente servido, reiteró su error generando un asco sin precedentes. De esta ordinariez surgió el contragolpe que terminó con la “faltita” estúpida de Jara, celosamente cobrada por el indio Polic. Aquí hay que aclarar dos cosas:
  1. Efectivamente, Jara fue a chocar a Fuenzalida, pero éste aprovechó de exagerar y de desmayarse como yegua.
  2. Polic pudo haber cobrado cualquiera de las dos cosas: el empellón o el piscinazo; obviamente -acorde a su naturaleza yanacona- optó por lo primero, aduciendo un agarrón al cuello que jamás existió.
Gonzalo Jara, por su parte, enseñó una falta de tino propia de principiantes, pues bastaba cruzar el brazo por delante del adversario para así ahogarlo contra la línea de fondo. El zaguero anduvo mal desde el principio, sobrándose en la salida y lanzando pelotazos sin destino; de hecho, coronó su hediondez con una expulsión estúpida en la que Polic otra vez mostró todo su entusiasmo: en un clásico, es ridículo condicionar con una amarilla por reclamos a un jugador y más aún en el primer tiempo. En definitiva, el incidente que afectó el resultado es una conjugación entre la necedad del defensa y la sospechosa meticulosidad de Polic, el indio vaca. Como sea, la deplorable actuación del seleccionado nacional reveló que debe partir de la U al finalizar el torneo. Tal como dijo un gran amigo: “mientras más importante es el partido, más la caga Jara”. Por ahora, tendrá que adornar la banca junto a los otros paquetes que trajo el cabrón ignorante de Heller.
De todo lo anterior surgen las primeras dos lecciones para Castañeda y Musrri: Zacaría y Jara deben estar en la banca y quienes tienen que ocupar sus puestos son Lorenzetti y Nicolás Ramírez, respectivamente.
Otro asunto que viene rondando a la U desde hace mucho tiempo es la fétida conformación de la delantera: si en un momento Rubio y Ubilla daban náuseas, el desempeño de Fernández y Mora causa arcadas, indigestión y pediculosis. No es posible hallar en Chile dos jugadores más cobardes, flojos y poco comprometidos que este par de patanes. Es preferible acudir a Briceño y Taiva, quienes tienen más envergadura física y ambición. ¿Se atreverá el cuerpo técnico? Más le vale, pues de lo contrario la U no marcará un gol nunca más.
Otro jugador que debe abandonar la oncena titular con urgencia es el funesto y perezoso Lorenzo Reyes, un mediocampista mediocre que no corre, no marca, no habilita, no cabecea, no sabe tirar al arco, no pega, etc., etc., etc. Fue el responsable directo del segundo gol que, prácticamente, ha definido la serie. Al parecer, nadie le enseñó que jamás se despeja hacia el medio y menos pegándole con el diario. Su aporte ha sido nulo. Castañeda y Musrri tendrán que jugar con dos volantes de quite si no quieren terminar últimos en la tabla y esos hombres son Shultz y Ureña, quienes al menos tienen pierna fuerte y corren durante los 90 minutos.
Este es el momento en que la U debe reorganizarse: contra la UC sólo estaba presente un jugador formado en el club (Nicolás Ramírez) y eso no puede ser. La dirigencia tiene que recuperar a todos los muchachos que ha mandado torpemente a préstamo, pues aportarían más que los simios que han llegado desde otros clubes y que sólo opacan la identidad. Los extranjeros también deben limitarse y, además, tienen que provenir principalmente de Uruguay o Paraguay, tierras en las que se juega con sangre en las venas y no con aserrín. En fin, para vencer a la UC se necesitará un milagro, pues se cuenta con uno de los peores planteles del último tiempo. Curiosamente, también es uno de los más costosos. 

lunes, 17 de octubre de 2016

Universidad de Chile 0 – O’Higgins 0

En este abominable partido, la impericia llegó al paroxismo: durante el primer tiempo la U tuvo el dominio casi exclusivo, pero los rancagüinos se crearon las ocasiones más claras; en el segundo tiempo, las “incorporaciones” se farrearon goles de manera inconcebible.
Es cierto que la dupla Castañeda-Musrri recibió un plantel mediocre y que, dentro de todo, juega bastante más que el engendro dirigido por Beccacece; sin embargo, ya es hora de que el actual cuerpo técnico se atreva a tomar decisiones más severas. Ya dio claras señales de que puede hacerlo, no en vano dejó a Fernández y a Martínez en la banca, pero aún falta más depuración: Rodríguez es un fantasma, Reyes es un zombie y Mora es un muerto, no deben ser titulares.
Ayer quedó al desnudo la ineficacia de dos delanteros absolutamente apocados que ni siquiera están en condiciones de pelear un balón dividido, cosa que al menos Leandro Benegas sí podía hacer, pese a todas sus limitaciones. Fernández y Mora no existen: el primero es una gallina estéril que al parecer no puede jugar bien sin doping y los dos goles que desperdició fueron impresentables, y el segundo representa todo lo contrario de lo que debe ser un 9 de área: es enclenque y decide con cobardía, ayer se graduó de pusilánime y en una jugada profunda en la que se llegaba con superioridad numérica prefirió el corner en lugar de encarar. ¿Qué se puede decir de Briceño? Absolutamente nada, pues es un juvenil que viene llegando y que por lo menos ayuda en la marca, aún debe crecer y, en estricto rigor, es preferible que jueguen él y Taiva en lugar de los dos calzonudos nombrados con anterioridad. En cuanto al resto, sigue siendo Lorenzetti el más importante; De Paul, Contreras, Vilches y Shultz cumplieron; y Beausejour, Leiva y Zacaría no gravitaron.
Lo más odioso es que de no ser por De Paul y Vilches, la U hubiera perdido un pleito que debió haber goleado. El panorama es horrible y probablemente se pelee el descenso por segundo año consecutivo, pues esta es la realidad del equipo y nadie quiere reconocerlo: estamos presenciando el gran fracaso de Heller y Cía. Para más remate, deben jugarse dos clásicos con la UC por Copa Chile y así como se ve, no hay ninguna posibilidad de que esta oncena logre imponerse; de hecho, es probable que haga el loco.
¿Qué se puede hacer? Simple, esperar que la U no finalice el torneo en el último lugar para que en el próximo no tenga que lidiar con la pérdida de categoría; limpiar el plantel por enésima vez cuando termine el semestre; esperar que retornen algunos jugadores que, misteriosamente, ahora se destacan en equipos de menor convocatoria (Vidal, Benegas, Valencia y Espinoza, por ejemplo); que vuelva Guzmán Pereira desde Peñarol (por desgracia, el brillante Heller perdió a Corujo); que se integren al primer equipo muchachos de las divisiones menores, en desmedro de los paquetes que ya no rindieron; que Azul Azul organice una gerencia deportiva cuerda que le suba el pelo al plantel (a la U no pueden llegar ni colisones ni giles que no saben parar la pelota); que el actual cuerpo técnico sea más riguroso y que, por ejemplo, le dé más minutos a Ureña en lugar del flojo Lorenzo Reyes, etc., etc., etc.


domingo, 2 de octubre de 2016

INDIOS 2 – UNIVERSIDAD DE CHILE 0: la vergüenza del año

Hoy día los indios se farrearon la oportunidad de vengar las goleadas que le propinó la U del 2012: los azules fueron una sombra pusilánime, desaparecieron de la cancha después del primer gol y ni siquiera intentaron luchar para cambiar su suerte. Dieron la impresión de que no les importaba perder; es más, de que no les importaba nada. El segundo gol resume aquello: ¡a los 28 segundos! ¡28 segundos! ¡Qué concentraditos entraron a dar vuelta el partido! ¡Una vergüenza! Si no hubiera sido por el gran segundo lapso de Herrera, el partido terminaba 5 a 0 tranquilamente (sólo por eso se le perdona la idiotez del primer gol). Poco se podía esperar de un plantel armado por un imbécil, pero al menos se aguardaba cierta dignidad. En fin, la oncena está plagada de ganapanes indolentes que hoy quedaron al desnudo y es de esperar que este semestre pase rápido para así dejar de comer vidrio.
El cuerpo técnico planificó mal el encuentro, pues fracasó en el diseño del mediocampo: el cuarteto Martínez, Reyes, Beausejour y Lorenzetti no funcionó: el rosarino no puede estar a cargo de la creación de manera solitaria, pues basta que el rival disponga de dos agentes similares en esa zona para generar desequilibrio y cargar la balanza a su favor. Como el fútbol consiste en causar superioridad numérica en cada sector, este fue un error demasiado básico y da la impresión de que, para variar, se requerirá de un nuevo DT cuando finalice el semestre.
Ahora bien, ¿quién puede acompañar efectivamente a Lorenzetti? Esa área no se reforzó, sólo están disponibles Maturana y Carmona, y ya sabemos que el primero estaba lesionado y que al segundo le faltan dos litros de sangre. Para más remate, se decidió dejar en la banca a Juan Leiva, el único refuerzo que ha mostrado pierna fuerte y espíritu de lucha. Al no estar Maturana al 100%, era él quien debía asociarse con Lorenzetti. 
Otro de los jugadores que ha decepcionado profundamente es Lorenzo Reyes, de quien se esperaba un rendimiento similar al del gran Charles Aránguiz. Por desgracia, hay una enorme diferencia entre uno y otro: Reyes es un pecho frío que no se compromete con sus compañeros, que no le quita la pelota a nadie y que cuando la tiene, la entrega mal. Ni siquiera posee remate de distancia. Sebastián Martínez tampoco anda muy bien que digamos, aunque hoy día fue uno de los pocos que peleó de verdad. Bascuñán lo marcó con una tarjeta amarilla tempranera que condicionó su presencia en la cancha.
Cuando hay jugadores que llevan más de un semestre desempeñándose de manera mediocre, su porfiada inclusión ya es responsabilidad del cuerpo técnico: Matías Rodríguez y Fabián Monzón deben ser suplentes, la actuación de ambos dio vergüenza ajena y fueron culpables de la mayoría de las llegadas en contra. Ninguno de los dos marca, ninguno de los dos tiene capacidad de retornar rápido a su posición, ninguno de los dos termina bien la jugada y ambos insisten en lanzar pelotazos sin sentido que sólo causan contragolpes. Monzón no debe ser incluido jamás en la oncena titular: el primer gol surgió a partir de su estupidez (regaló un corner ridículo por tratar de hacer un lujo) y en el casi gol de Fierro se quedó parado en la mitad de cancha. Por otra parte, no tiene capacidad aeróbica, no sabe ejecutar las pelotas paradas y no tiene cabezazo. Por el lado de Rodríguez debe jugar Contreras y por el de Monzón debe hacerlo Beausejour. No hay más. Éste último, por cierto, pesó menos que un paquete de cabritas.   
En cuanto a la dupla de centrales, ya se vio a mediados de semana que funciona mucho mejor la que conforman Jara y Nicolás Ramírez; sin embargo, al seleccionado nacional habrá que enseñarle modales para que no lo suspendan cada vez que juega. Es inconcebible que un tonto viejo sea tan irresponsable. Vilches, en tanto, enseñó toda su pobreza técnica y estuvo a punto de ocasionar el tercer gol por reventar una pelota de manera ordinaria. Debe estar en la banca tomando mate con Rodríguez y Monzón.
En lo que concierne a los delanteros, Briceño es un joven que aún está en formación y lo de Fernández es un asco: no ayuda a nadie, no aguanta el balón, no corre y no traba la pelota. Tuvo el empate terminando el primer tiempo y definió mal. Este personaje debe dejar la U con urgencia porque es un flojo de mierda. Las otras alternativas en delantera son Ubilla, Mora y Taiva, vale decir que la ofensiva tampoco se reforzó cabalmente.
Castañeda y Musrri deben tomar medidas drásticas, descartar a quienes el día de hoy hicieron el loco e incluir a los que aún no han contado con una oportunidad concreta. Es hora de darle más minutos a Shultz y a Ureña, por ejemplo, pues al menos garantizan algo más de pierna fuerte.
Sabemos que los simpatizantes azules están molestos y que aquello no acontece por el hecho de haber perdido, sino por la forma en que esto ocurrió: indecentemente. Ya lo hemos afirmado hasta el cansancio, la responsabilidad de este instante mórbido recae en Azul Azul, una concesionaria que no supo administrar el triunfo y que en lugar de reforzar el plantel lo ha ido debilitando semestre a semestre. ¿Habrá alguien que hoy no haya extrañado a José Rojas, a Osvaldo González, a Corujo y a Pereira? Incluso jugadores discretos como Valencia, Ortiz y Benegas hubieran aportado más. Heller se dejó embaucar, no razonó, creyó en un imbécil y se deshizo de emblemas que al menos tenían vergüenza deportiva. Hoy en día, la Universidad de Chile es una legión moribunda compuesta por argentinos indolentes y chilenos anodinos, una caterva amorfa que personifica la incompetencia, la pereza y el desafecto. Este plantel no se merece a la hinchada la U.