Este partido era uno de los últimos
lastres que quedaban del proceso anterior: eliminación de la
Copa Chile en un grupo en el que además
estaban las potencias continentales de Audax y Magallanes.
Ahora que toda aquella
basura ha quedado atrás, comienzan a desprenderse las causas ocultas de la debacle. La más notoria de ellas fue el deplorable estado físico del plantel: desde
Franco a Romero sólo se retrocedió al respecto. Una vergüenza.
Si bien el partido con
Santiago Morning era absurdo, servía al menos para ratificar la pericia del
nuevo cuerpo técnico, para ver si -al igual que Jesús- era capaz de resucitar algún
muerto y para presenciar el debut de algún muchacho de las divisiones menores.
Desglosemos:
- La destreza de Lasarte: efectivamente, el DT
uruguayo ha sido capaz de encauzar el rumbo de un equipo que parecía
condenado a la putrefacción. Se recuperó la pierna fuerte en el mediocampo
y se nota un espíritu de lucha constante durante los 90 minutos. También
se rescató el concepto de equipo
corto y el pressing sobre la salida del rival. Por otra parte, la
cancha se abre hacia los dos costados por igual, lo que le resta obviedad
al volumen ofensivo. Como Lasarte no es amigo de los lujitos inútiles, ha
relucido el pragmatismo para desprenderse del balón con propósitos
verticales. La oncena es rápida y agresiva. Bien el charrúa.
- Lázaro
siempre vuelve: cuando parecían
muertos y enterrados, ayer jugaron varios zombies… Ramón Fernández se ve
más delgado y dinámico, aunque insiste con la imbecilidad de ganarse
tarjetas amarillas por reclamar faltas que ya están cobradas. Conclusión:
es un burro idiota y, por lo mismo, no se puede confiar en él. César
Cortés sigue siendo el mismo mariposón de siempre: cobarde y débil hasta
la desesperación. La irrupción del interesante Matías Pinto lo ha relegado
para siempre: uno menos. Enzo Gutiérrez es lento y define mal. Si bien
demuestra sacrificio, es difícil saber de qué cresta juega: no es un 9, no
es un 10 y menos un 11. Es un [8α/9♫ + β/♠]. Al menos lanzó un buen centro
en el tercer gol a O’Higgins. Con el señor Magalhaes es siempre lo mismo:
sólo corre y corre y corre… Como lanza sería un crack. Finalmente, lo de
Luis Marín es muy preocupante: anoche hizo el loco en el gol de Gonzalo
Reyes. ¿Qué pasa si se lesiona Johnny Herrera o lo expulsan? ¿Va a jugar este
maniquí indeciso? Este ha sido el único detalle en el que la dirigencia no
reparó. Y es que Marín es como los arqueros chilenos de antaño: falla en
el momento menos indicado.
- El resto: Juan Ignacio Duma fue uno de los
beneficiados, pues es más concreto y certero que Ubilla, aunque debe medir
sus ínfulas de estrella. Esta es la temporada más importante de su
carrera. Muy bien Bryan Cortés y Guzmán Pereira, quienes sostuvieron el
mediocampo: el primero es una alternativa a considerar, pues tiene quite y
entrega bien el balón; el charrúa, por su parte, es un perro cuando hay
que marcar y al mismo tiempo es capaz de habilitar con intención y
profundidad. Ambos serán un aporte. Tibio debut de Cristián Cuevas, tal
vez cansado tras sus aventuras con la selección chilena, aunque el mismo
Lasarte ha aclarado que lo ve más como un volante que como un lateral
izquierdo. De los debutantes destacó el ya citado Matías Pinto: valiente,
solidario y de buen finiquito. A
Diego Urquieta le falta la pericia que da el puesto cuando pasan los años,
pues jugar de central es mucho más exigente y él es muy inocente aún. Nicolás
Ramírez se vio poco porque el Chago apenas llegó (lo mismo aconteció con José Rojas, de hecho) y Luis Pinilla estuvo corriendo
todo el tiempo desde que reemplazó a Pereira.
El próximo pleito ante
Wanderers se ve difícil, porque el DT Astorga es experto en crear circuitos
defensivos. Lo importante es aprovechar las ocasiones de gol y, en ese sentido,
este partido puede generar nuevas decisiones por parte de Lasarte: si Ubilla
continúa perdiendo goles debajo del arco, la irrupción de Duma será inminente.
Lo mismo acontecerá con Patricio Rubio.