Antepenúltima
fecha del torneo y la hipótesis comenzó a reafirmarse. La Universidad de Chile
no ha conseguido sacudirse completamente del ominoso proceso liderado por
semejante guarro de apellido Yuraszeck. Simplemente, este equipo no tiene
delanteros al nivel de un club que pelea campeonatos. Los precios pagados por
jugadores como Rubio, Ubilla y Gutiérrez son francamente escandalosos. Bastó la
ausencia del “Conejo” para desnudar aun más las falencias del ataque azul.
César Cortés convirtió un golazo frente a Cobreloa y claro, extravagancias como
aquella de vez en cuando ocurren. El fondo está en que jugadores enclenques e
irresolutos como este, no pueden formar parte del plantel de un equipo grande.
Para colmo, Lasarte desperdició buena parte del lance ubicándolo con perfil
cambiado al lado derecho de la ofensiva.
El
caso de Juan Ignacio Duma es lamentable, osó decirse que era un jugador de
enormes proyecciones y por el contrario, la realidad solo muestra a un niño
mimado que transita por la cancha más preocupado del peinado que de jugar al
fútbol. Cupo foráneo desperdiciado que debe ser corregido rápidamente. Patricio
Rubio no es un mal jugador, no obstante, está muy lejano del tipo de hombre que
requiere un club aguerrido. No está identificado ni en lo más mínimo con el
club, carece de fortaleza física y mental y, al igual que en otros casos, se
desperdició una enorme cantidad de dinero para hacerse de su carta. De
Gutiérrez ni siquiera vamos a hablar, no es necesario pues se marca y se
lesiona solo. Estúpidamente, ocupó espacio en la banca. El corolario es
contundente desde las primeras columnas escritas en este blog: sin Gustavo
Canales, la delantera de la U es un desastre. La sentencia anterior sirve para
explicar el porqué no nos vamos a referir a Canales en este partido, lisa y
llanamente no jugó.
El
cometido del nuevo cuerpo técnico ha sido extraordinario, no cabe duda. Esto no
implica que cometa errores como la mayoría de los técnicos que comandan las
decisiones en un equipo de fútbol. Es incomprensible que Martín Lasarte haya
optado por darle protagonismo a un jugador tan limitado como Paulo Magalhaes y,
al otro extremo, esfumar del mapa a un jugador como Bryan Cortés, que a todas luces
es superior al “brachileno” y pudiera haber sido un elemento muy útil en esta
última parte de campeonato. La génesis del gol de Barnechea está en un tiro
libre cuyo origen estuvo en una pérdida de balón imbécil por parte de Magalhaes,
en línea de fondo de su propio campo, que posteriormente coronaría César Cortés
con una falta digna de un papanatas. Ciertamente no pasa por aquella jugada
puntual el resultado final del encuentro, pero demuestra la carencia absoluta
de jerarquía de muchos de los jugadores que participan de este plantel. Como ya
decíamos, la gran falencia de este grupo está en sus delanteros, que en una
mala tarde no disponen del oficio suficiente para suplir una baja futbolística.
El
funcionamiento colectivo fue francamente penoso, ante un rival menor, no hay
excusa que valga. El mediocampo de la U tuvo una constante mientras estuvo en
cancha Guzmán Pereira: el balón no pasó casi nunca por sus pies aun estando
solo en la mitad del terreno. El uruguayo es un gran destructor de juego, con
marca férrea y valiente, sin embargo, carece de condiciones técnicas para
recibir un balón, dominarlo y pensar adonde entregarlo sin depositarlo en los
pies del rival. Tiende a esconderse, a diferencia de lo que ofrece Gonzalo
Espinoza, quien además de ser un muy buen marcador, es también un gran
habilitador. No hubo en grandes pasajes del encuentro un germen de fútbol desde
atrás, sumado a la ausencia total de laterales con vocación ofensiva y
condiciones técnicas idóneas. Ni Magalhaes ni Rojas disponen de aquellos
elementos.
No
vale la pena referirse más a la rata de Fernández, pues le quedan solo minutos
en la U. Desde hace bastante tiempo venimos diciendo que este jugador ya no
debiera siquiera ser citado al banco de suplentes.
Es
así como en una mala tarde, tanto de jugadores como de dirección técnica, la U
comenzó a hipotecar la obtención de un título prácticamente obligado. Sin
disputa de torneo internacional, no había excusa valedera para desperdiciar dos
puntos frente a un rival con méritos pero no con pergaminos suficientes para
amagar a un candidato a la corona. No haber derrotado a Barnechea debe hacernos
aterrizar y asimilar que los merecimientos para abrochar la obtención de este
campeonato, bajaron drásticamente a pesar de seguir vigentes.