Luego de ver a la U cayendo a
niveles penosos desde la transición de
Sampaoli, el escenario actual era impensado. Veintidós puntos de veinticuatro
posibles es sin duda una faena suculenta. Dada la premisa inicial, el nivel de juego exhibido es secundario en comparación al cómo se
ha obtenido tal nivel de rendimiento. Transcurridas ocho fechas de campeonato, Lasarte ha enfrentado
diversos escenarios, consiguiendo posicionarse como uno de los técnicos más
efectivos del último tiempo. Si bien es cierto no se ha conseguido todavía el
objetivo primordial, cualquier hincha azul habría timbrado este rendimiento
antes de comenzar el torneo. Es que cualquier mejora sustancial respecto de la
decadencia a la que condujo la presidencia de Yuraszeck era aceptable. Como
club grande y con resultados espectaculares hace tan solo dos años, es natural
imponerse metas altas. Lo que se suele obviar cuando se ambiciona de esta
manera, es que las crisis no poseen recetas mágicas para ser superadas.
Afortunadamente para la familia azul, la enmienda del rumbo ha sido contundente
y se avizora buen futuro más allá del horizonte.
El de ayer fue un partido de
aquellos en que dadas las circunstancias de su desarrollo, se requería de un
liderazgo fuerte y pragmático para conseguir apoderarse nuevamente de los tres
puntos. Se jugó mal, con rendimientos individuales alicaídos, frente a un rival
que si bien es cierto dispone de armas para complicar a un aspirante al título,
no era contendor con aspiraciones a tal nivel de objetivo. Ese liderazgo del
que hablamos fue ejercido nuevamente por Martín Lasarte. Los cambios que
realiza, además de resultar, refrendaron la situación que se observaba en
cancha. Una Universidad de Chile errática, imprecisa, pletórica de pérdidas de
balón inaceptables. Con todo, la mentalidad de aferrarse al liderato superó las
carencias futbolísticas dando paso a una zaga sólida, coordinada y liderada por
sus defensas centrales. No obstante aquello, hubo más que un par de ocasiones
en que fue sobrepasada con real peligro de gol. Más allá de la impericia del
rival para embocarla, asunto normal dentro de un partido de fútbol, no se deben
repetir tales falencias pues frente a un contrincante de mayores pergaminos se
podría pagar muy caro.
Veamos los rendimientos
generales. Ya es majadero decirlo, sin embargo quedará el precedente si es que
no se reacciona a tiempo. La línea ofensiva ha ido perdiendo cada vez más
fuerza. Esto se debe a lo que venimos diciendo desde el inicio. Ya sea por
error o por implícita exigencia de la dirigencia, Lasarte no “limpió” la
delantera y optó por quedarse con verdaderos lastres. La ausencia de Ubilla fue
determinante, se extrañó su velocidad. El problema es sin embargo, su
ineficacia para convertir goles y su ya exasperante tendencia a lesionarse.
Enzo Gutiérrez ni siquiera estuvo en la banca (y eso que llena cupo de
extranjero). Se supo que nuevamente sufrió una dolencia. Simplemente inaudito,
a estas alturas, la dignidad debiera remecer su conciencia para renunciar. Para
qué vamos a exponer acerca de sus limitaciones como jugador. Patricio Rubio es
un caso que causa también un alto grado de irritación. No tiene velocidad, es
feble físicamente (no aguanta las marcas), se enfrasca eternamente en
discusiones con los árbitros y compañeros. Para colmo, hace bastante rato que
no emboca adentro del arco. Otro sobreprecio cancelado por capricho y con una
falta de visión enorme. Sobran prácticamente todos los delanteros a excepción
de Canales. El chico Duma tampoco consigue imponerse y es también, cupo
extranjero. Algo anda mal en esa zona del juego. Basta con retroceder unos
metros para encontrarse con el otro tumor de este plantel: el diez. Las
oportunidades ya han sido demasiadas, no se puede despilfarrar un puesto tan
importante en un jugador que carece de casi todo lo que debiese exigírsele a un
diez clásico. Pierde balones infantiles, remata bien con un bajísimo porcentaje
de efectividad, retarda la transición hacia los delanteros, se estorba con
Espinoza y Lorenzetti (si es que juega junto al último). Las oportunidades para
Ramón Fernández han sido abundantes y nunca pudo sobresalir como el hombre
distinto, ese que define partidos. El ingreso de Guzmán Pereira implicó, en el
buen sentido de la frase, una verdadera amenaza para Sebastián Martínez o, si Lasarte es audaz, para el mismo Fernández. El
uruguayo se vio firme, con muy buen pie no tan solo para entregar el balón sino
también para asistir directamente “a gol”. Las presencias de Magalhaes y Ortiz
fueron funcionales, permitieron recuperar la pelota perdida durante gran parte
del partido en el mediocampo.
En conclusión, este equipo ha
demostrado saber abrochar resultados, una característica fundamental para
transitar a la posibilidad de concretar un nuevo título en un torneo corto. Por
ahora el preciado “jogo bonito” aparece con destellos, pero el juego pragmático
llegó para quedarse. Como diría nuestro estratega, eso “está bueno”.
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ResponderEliminarConcuerdo con Rodrigo: en buen chileno, la entrada de Guzmán Pereira "paró el hueveo", puso pierna fuerte y se comió el medio a trancazos. Debiera ser titular de aquí en adelante y relegar para siempre a Fernández, que ya no tiene remedio. De hecho, este zombie salió de la cancha y Lorenzetti revivió. ¿Por qué? Porque Fernández tiene un mal único en la historia del fútbol: es un 10 que estorba.
ResponderEliminarEl tema de los delanteros preocupa porque, como bien dice Rodrigo, Canales es el único que aporta de manera regular: Ubilla es intermitente y además está hecho de barquillo, Gutiérrez no existe y es de merengue, Rubio es un jugador del montón y además es tonto, Duma padece de vampirismo: está más preocupado del espejo... En fin, tal vez sea el momento de ver a Sebastián Zúñiga, porque el otro delantero que queda es César Cortés... Sin comentarios.
Magalhaes ingresó luego de que la U sufriera un cabezazo impresentable en contra y que volvió loco a Herrera. Al menos este jugador tan discreto puede aportar juego aéreo, bien el cambio. Joao Ortiz también entró correctamente en juego, pues se le vio seguro, salvo por una pelota en la que se enredó. Pese a ello, es un jugador que merece más oportunidades.
La zaga en lo suyo: a veces se ve torpe y se llevaron con mucha facilidad a Suárez en el segundo tiempo, aunque el tipo es valiente y nunca arrugará.
El mediocampo estuvo mal, al mentado aporte cero de Fernández se sumó una mala actuación de Sebastián Martínez y un flojísimo Gonzalo Espinoza, quien a ratos se sobró y recordó a Estrada: muy buen pie, pero sobreactuado. Espinoza debe tener claro que no es ni Platini ni Zico, es un perro que debe resolver rápido. Ayer siempre eligió mal y en varias ocasiones desestimó abrir el juego hacia la izquierda, cuando Lorenzetti entraba solo.
En fin, la U es un equipo incompleto que, sin embargo, ha logrado hasta ahora sumar muchos puntos. El pleito de ayer puede ser muy importante para Lasarte: de él depende desechar a quienes no rinden. Es preferible un mediocampo de mucho quite: Espinoza, Martínez, Guzmán Pereira más un Lorenzetti completamente libre. Suena bien, pero aquello restaría un delantero y es necesario tener cubiertas ambas bandas ofensivas. Esa es la duda, pues está claro que Rubio y Canales no bastan. La pelea es entre Duma y Ubilla. Veremos qué pasa.
Toda la razón en el análisis, ya que no se jugo bien.
ResponderEliminarEn este sentido este partido era de aquellos que para salir campeón se deben ganar como sea.
Esperemos que suban algunos rendimientos y superemos a Audax en esa mierda de cancha de La Florida.
Aguante la U!!!
Saludos y Gracias Rodrigo por el articulo.