Este
partido fue la antítesis de lo que mostró la U ante Santos la semana pasada: un primer tiempo
impresentable en el que varios jugadores exhibieron un nivel paupérrimo. La
oncena estaba apática, perdía balones ridículos y nadie se dignaba a poner la
pelota contra el piso.
Jorge
Sampaoli conformó una línea de 3 zagueros muy extraña en la que ubicó a Igor
Lichnovsky por la izquierda y a José Rojas en el centro de la zaga, cuando la
lógica dicta lo contrario: Lichnovsky debiera asumir el puesto de central y el
capitán cargarse hacia la banda. El joven defensa terminó yendo al sacrificio y
estuvo incómodo los 45 minutos que jugó, tal como le aconteció ante Deportivo
Quito en Ecuador. Tal vez la recuperación de Waldo Ponce pueda corregir este
desequilibrio de aquí a fin de año.
Sebastián
Martínez es una promesa y como tal está expuesto a la típica irregularidad de
los jugadores jóvenes, fenómeno que en esta clase de torneos se paga caro. Anduvo
muy mal y se extrañó la solidez de Roberto Cereceda, quien debiera ser titular
hace rato. En el segundo lapso, Martínez asumió el centro de la zaga y su falta
de envergadura física fue un peligro constante en los mano a mano que
habitualmente deben afrontar los zagueros azules. Aquel puesto requiere un
vigor embravecido que este novato no posee.
Matías
Rodríguez, por su parte, debiera ocupar el banco de suplentes hasta que
estuviese completamente recuperado de su operación: está impreciso, rígido, no
marca bien y habilita a los rivales. Este puesto debe ser utilizado por Paulo
Magalhaes, quien venía rindiendo bastante bien y fue injustamente relegado.
Si
Charles Aránguiz sufre una contractura es absurdo que entre como titular, en el
segundo gol de los ecuatorianos quedó claro que no estaba al 100%. Aránguiz es
uno de los mejores jugadores chilenos del momento pero jamás ha descansado, eso
alguna vez tenía que pasarle la cuenta. El problema es que, además, es muy
difícil de reemplazar. Por ahora, sólo se puede contar con Sebastián Martínez para
que cumpla esa función o de una vez por todas que juegue Ezequiel Videla para
que justifique su contratación.
Si
bien Gustavo Lorenzetti a ratos se vuelve intermitente, es uno de los pocos
azules que puede desequilibrar con un pase en profundidad. Así y todo, la
inclusión de Guillermo Marino es una obligación, pues es el único capaz de
aportar lucidez cuando imperan la confusión y la tosquedad.
Eugenio
Mena, José Rojas y Johnny Herrera son los baluartes del equipo, eso está claro.
Osvaldo González aún exhibe cierta discontinuidad.
En
cuanto a la ofensiva, los goles de Enzo Gutiérrez y de Sebastián Ubilla
desmintieron aquella falta de contundencia que la prensa bastarda les endilga:
anotaron cuando tuvieron la oportunidad y siempre estuvieron al acecho. El
problema no es de ellos, pues -además de la inexactitud generalizada- es la
franja derecha la que no está funcionando: como ya señalamos, Matías Rodríguez
debe recuperarse a cabalidad y su puesto es de Paulo Magalhaes o de Christian
Bravo si se quiere más agresividad.
Los
periodistas rameros se han dado un festín con la reciente ineficacia azul y,
como siempre, han abusado de la insolencia demostrando el inmenso rencor que
generó la supremacía de la
Universidad de Chile en el último tiempo. En el colmo de la impertinencia
titulan sus artículos roñosos con oraciones pendencieras: que a la U
ya no la respetan en Sudamérica, que su ciclo exitoso se acabó, que la moda
azul es empatar… El aspecto más vergonzoso de esta desesperación por
fastidiar es el hecho de que la U
ni siquiera perdió el partido y que ya se le esté dando por eliminada. El
partido en Guayaquil será difícil pero no es imposible de ganar.
Lo
realmente preocupante es la ola de lesiones que está afectando al plantel.
Existe responsabilidad del cuerpo técnico al respecto por cuanto fue reticente
a rotar el equipo cuando aquello correspondía, por ejemplo ante Cobreloa en los
play off del torneo pasado y ante Unión Española cuando hacía dos días se había
jugado contra Santos. Pero también es responsable Azul Azul por facilitar
jugadores de forma indolente a una selección en la que reina la insensatez.
Algunos culpan a los refuerzos y tienen algo de razón: ¿por qué hay clubes
medianos que contratan tan bien y a la
U le cuesta tanto traer extranjeros que calcen de inmediato?
Es cierto que el sistema de Sampaoli es difícil de asimilar y que incluso posee
otro ritmo de entrenamiento, pero tal vez aquello es solucionable en la medida
en que lleguen extranjeros acostumbrados a la alta competencia. Como ya lo
hemos manifestado en este blog, creemos que el camino es aprovechar los buenos
elementos del campeonato criollo y por una sola razón: la oncena que ganó la Copa Sudamericana estuvo
conformada en su mayoría por jugadores que se desempeñaban en Chile antes de
llegar a la U : Johnny
Herrera y Marcos González, ambos volvieron a casa; Eugenio Mena, Gustavo
Lorenzetti, Eduardo Vargas, Gustavo Canales, Gabriel Vargas y Diego Rivarola,
quien había recalado en Santiago Morning hacía mucho tiempo atrás. Osvaldo González
y Charles Aránguiz venían del exterior, pero el primero ya había sido campeón
con Markarián el 2009 y el segundo surgió de Cobreloa. Sólo Matías Rodríguez y
Guillermo Marino arribaron directamente desde tierras foráneas. Antes había
llegado Edson Puch desde Iquique y luego Junior Fernandes desde Palestino. ¿Acaso
Ezequiel Videla, Eduardo Morante y Luciano Civelli son más que alguno de ellos?
Definitivamente no; de hecho, son más sólidos Roberto Cereceda, Paulo Magalhaes
y Albert Acevedo, todos surgidos del torneo local. Otras figuras que ya no
están nacieron en la propia Universidad de Chile: Felipe Seymour, Marcelo Díaz
y Ángelo Henríquez. Si analizamos bien, los únicos que parecen acreditar su
venida son Enzo Gutiérrez y Sebastián Ubilla: uno desde O’Higgins y otro desde
Wanderers. En suma, siempre serán más confiables aquellos elementos que ya conozcan
el medio, los números y los rendimientos así lo avalan.
Todo azul estará siempre agradecido de lo realizado por Sampaoli, por lejos, lo mejor de la historia de la U. Este precedente no debe coartarnos de criticar al DT cuando corresponda. Si bien es cierto el hombre goza del crédito de los importantes logros, sigue siendo un hombre y no un dios. Es así como el intrépido técnico ha venido cometiendo una serie de errores que antes eran menores y que con el paso del tiempo, han ido mermando el rendimiento del equipo. El éxodo masivo de jugadores importantes puede ser en parte la explicación de continuas inconsistencias, ya sea producto de la desazón o simplemente confusión. No olvidemos que la constitución de la oncena histórica de 2011 tomó bastante tiempo. Desarmado ese plantel, se han observado algunas situaciones algo incomprensibles como por ejemplo, sus diferencias con Sabino Aguad. No podemos desconocer la gestión del ex gerente técnico, o simplemente su paso por los "arbos" y ahora por Palestino y antes por la U, son una mera coincidencia, o sencillamente demuestra su capacidad en la función que desempeña. Conseguido el bello tricampeonato, la U realizó una extenuante gira para jugar en Japón. Me pregunto, ¿era necesario pasar por Australia? El cuadro japonés era un buen equipo de fútbol, sin embargo, la U dio demasiada ventaja y debió haberse impuesto en los 90 minutos. Más allá de esta anecdótica gira, las incosistencias continuaron: la obsesión de traer a Morante (por un altísimo precio) ha tenido el resultado que ya todos conocemos. Jugadores como Cereceda tienen poco protagonismo, mereciendo tener más. Otra obsesión, Civelli, tampoco asoma aún. Luego del pleito con Santos en Santiago, se repitió el mismo equipo cuando Unión Española nos goleó, ¿era necesario? Sebastián Martínez es un buen elemento, en desarrollo y con proyección pero, ¿es el sucesor de Marcelo Díaz? ¿Es un líbero? Por ahora el chico comete muchos errores, no cuenta con el físico suficiente y asoma sólo como una figura joven de alto despligue aeróbico y buen fútbol. Entonces, ¿en qué se pensaba cuando se trajo a Videla? ¿Vale el precio que se pagó por él? De la "camada" de refuerzos anteriores, sólo Junior Fernández y Cereceda valieron la pena. Coincidentemente, para ese entonces y para los refuerzos actuales, no estaba el Sr. Aguad. ¿Era necesario dejar partir al peruano Ruidíaz? Cada vez que jugó cumplió con goles, los mismos que hoy se extrañan. Y por último si lo vas a desechar, debes reemplazarlo con un delantero calado.
ResponderEliminarEsperemos que se enimiende el rumbo y alcance para derrotar a los clásicos rivales, obteniendo de paso el cuarto campeonato consecutivo. Todo este análisis lo hago en forma objetiva pues me parece que la autocrítica es necesaria para mejorar y advertir posibles errores con el fin de eliminarlos.
Viva la U siempre!
Estoy deacuerdo con lo planteado por ustedes y solo agregaría que ademas de todo aquello que sin duda afecta al rendimiento y la efectividad del equipo, no hay que olvidar que hoy esta U, con este planteamiento técnico ya no es nuevo, ya no sorprende a los rivales, ya saben como hay que salir a jugar a esta U.
ResponderEliminarOtro punto relevante es que la manera de jugar de la U, nunca vista antes en un equipo chileno, jugando de local o de visita o en la cancha que fuere, juega siempre a ser protagonista y con una intensidad desmedida, como dice Sampaoli.
Esto se tradujo en que el medio futbolístico nacional se vio en la obligación de comenzar a trabajar en serio y fundamentalmente a profesionalizar el trabajo físico que se llevaba. No tengo duda alguna de lo que afirmo es así.
Esos dos argumentos, mas los de ustedes hacen que a la U evidentemente le esté costando mas sacar los partidos adelante.
Por lo demás, lo que la U hizo el año pasado será irrepetible, y no solo por un equipo Chileno, si no que a nivel continental.
Aguante Bullangueros, paciencia!! Ya retomaremos el nivel que todos deseamos para deleitarnos con buen fútbol de la mano de la entrega que nunca a faltado en la U.
Nunca olvidemos nuestra historia, ni la dolorosa, ni la que brilló recientemente en el mundo entero. Esto es precisamente lo que nos hace diferente al resto.
Grande la U...Vamo la U mierda!