En
el artículo anterior aseguramos que el crédito de Darío Franco se había agotado
tras la sombría derrota ante el rústico y picante Santiago Wanderers,
básicamente porque el equipo se había visto desordenado, indolente y con un
mediocampo incapaz de crear alguna jugada decente. Manifestamos también nuestra inquietud ante el futuro de los azules
en esta Copa Libertadores, torneo en el que ya se registraba una dura y mafiosa
caída ante Olimpia. Entonces Darío Franco, enseñando agallas y relegando
cualquier clase de temor, decide llevar un equipo más que mixto al Salvador,
pese a que una nueva caída en el campeonato local prácticamente generaría su
crucifixión. La apuesta resulta, se vence a Cobresal y se consigue el objetivo:
haber guardado las fuerzas que debían desplegarse sí o sí en Rosario. Y así
nomás fue…
La
verdad es que la U
nos sorprendió a todos, incluyendo a los más optimistas: nadie se imaginó a los
azules dándole un baile durante 30 minutos al equipo de Gerardo Martino, lapso
en el que el dos a cero se quedó corto y en el que perfectamente se pudo haber
asegurado el pleito. La
Universidad de Chile volvió a brillar y motivó un estado de
felicidad que no se vivía desde la Copa Libertadores anterior, cuando se derrotó a
Godoy Cruz, Peñarol, Nacional de Medellín, Deportivo Quito y a Libertad. Sólo
la despreciable actuación del árbitro Paulo César de Oliveira pudo equilibrar
el partido: llenó a la U
de tarjetas amarillas injustificadas, inventó faltas cerca del área y compensó
la expulsión del torpe Heinze con la de José Rojas, a quien excluyó de la
cancha por nada. Cuando los imbéciles e ignorantes periodistas chilenos se
pregunten otra vez -y con las babas colgando- por qué a los equipos chilenos
les cuesta tanto ganar en Argentina, Uruguay y Paraguay, les mostraremos el
arbitraje de este hampón y unos cuantos más de los que se han olvidado. Sacos
de huevas.
Darío
Franco dio con la formación ideal y comulgó con varios deseos de los hinchas
más experimentados: jugó de visita con una línea de cuatro zagueros, en la que
incluyó a Igor Lichnovsky para garantizar el cabezazo y en la que desplazó a
Albert Acevedo hacia la franja derecha, para así evitar su misteriosa y
aterradora espontaneidad; introdujo dos volantes de creación que también son
capaces de generar buen fútbol: Charles Aránguiz y Sebastián Martínez;
enriqueció la zona media insertando a Guillermo Marino, Gustavo Lorenzetti y
Ramón Fernández, lo que a su vez le dio más opciones de habilitación a Sebastián
Ubilla. En el segundo tiempo ingresó Isaac Díaz para darle preocupación a los
zagueros rivales y así evitar que se sumaran al ataque con tanta libertad.
El
planteamiento del nuevo cuerpo técnico resultó porque se le sacó provecho a
aquella inspirada media hora inicial, aunque la tendencia al lujo de Ramón
Fernández privó a los azules de un tercer gol que hubiese sido mortífero. Insistimos,
sólo la actuación de ese réferi descarado que es Oliveira le permitió a los
rosarinos seguir con vida. De hecho, el gol del descuento nace de una falta
inventada que, para más remate, le costó la tarjeta amarilla a Gustavo
Lorenzetti. Curiosamente, FOX jamás repitió la falsa incidencia.
Darío
Franco decidió replegar las líneas para usufructuar la diferencia de velocidad
mental y física que tenían a favor los jugadores azules. Y esta es la disimilitud
respecto de la desgastada estrategia del proceso anterior: un equipo debe saber administrar la ventaja y jamás tiene que asumir la
responsabilidad del contrincante. Una cosa es ser generoso y la otra es ser
huevón.
Obviamente,
para poder contragolpear de forma efectiva se necesitan delanteros rápidos y
mediocampistas capaces de filtrar balones en profundidad. La Universidad de Chile
cuenta con esta clase de elementos, lo que garantiza que jamás se volverá a
cometer la idiotez de quedarse con dos zagueros en el fondo cuando se juegue de
visita, especialmente en Brasil.
En
cuanto a los rendimientos individuales, sencillamente se registraron
actuaciones conmovedoras: José Rojas, Eugenio Mena, Charles Aránguiz, Guillermo
Marino, Sebastián
Ubilla e Isaac Díaz dieron una lección de cómo se juega de visita ante cabrones
consolidados.
Pese
a este gran resultado, existe en el ambiente una sana cautela, pues los torneos
sudamericanos no poseen la fastidiosa obviedad de sus símiles europeos: acá
cualquiera puede hacerle partido a cualquiera, en toda clase de escenarios y siempre
hay resultados que sorprenden. El cuerpo técnico ha sido precavido con este
triunfo y eso siempre es sano. De hecho, la Universidad de Chile
le dará la prioridad a la revancha del próximo martes y jugará ante Iquique alineando
a quienes habitualmente son suplentes, pues para materializar el éxito obtenido
en Argentina la U
debe derrotar a Newell’s en Santiago y la tarea no será fácil.
Al
menos Darío Franco ha demostrado tener cualidades tácticas bastante pragmáticas,
por lo que es improbable que plantee maniobras intrépidas e irracionales. La
obligación recae en los rosarinos y su bloque defensivo es lento y discreto:
ahí está la clave. Por
ahora nos quedamos más tranquilos, pues el DT nos ha sorprendido y nos
dio una nueva cátedra de paciencia, tal como alguna vez lo hicieron Cristian
Traverso, Marcelo Díaz y el mismo Jorge Sampaoli.
Un
abrazo a todos los azules del mundo, la calma al fin llegó y ojalá sea el
inicio de una flamante enseñanza.
Que golazo de Marino! que técnica para controlar y luego definir con clase y una frialdad impresionante! Que jugadorazo!
ResponderEliminarRespecto de la linea de 4, pudimos presenciar y confirmar que cuando se juega afuera y ante rivales fuertes no hay otra opción, lo demás es simplemente tortura o masoquismo.
En estos momentos, sin González ni Ponce, Lichnovsky no puede estar fuera de esta alineación y no solo por su altura si no por que ya demostró su jerarquía y gran entrega. Además es azul hasta las patas.
Vamo la U!!!
Un abrazo a todos los azules.
Excelente nivel demostrado por la U aquel partido, ademas de buenas triangulaciones, notable entrega fisica del equipo y por sobretodo mentalidad de equipo copero, que se sobrepone a arbitrajes oligofrenicos y visiblemente localistas.
ResponderEliminarBuen aliciente para enfrentar la segunda parte de esta fase grupal.
Nota aparte la obra de arte de Marino y su posicionamiento del cuerpo para DIRIGIR el balón a ese lugar. Marino titular indiscutido en las futuras oncenas azules.
Saludos Azules