Lo que más temían los hinchas de la Universidad de Chile
finalmente aconteció: el rufián Yuraszeck no supo administrar el éxito de las
temporadas 2011-2012 y convirtió una oncena extraordinaria en un equipo comparsa
plagado de pusilánimes. Curiosamente, esta decadente metamorfosis se gestó
durante aquel breve apogeo y comenzó con la renuncia de Sabino Aguad: el
gerente deportivo que frenaba las desmedidas ambiciones de Sampaoli. Desde ese
momento, el reforzamiento del plantel corrió por parte del DT trasandino y de los
propios dirigentes, quienes a la larga asumieron este cometido de manera
exclusiva.
Jorge Sampaoli será reconocido toda la
vida por la hinchada de la U ,
pero hay que dejar muy claro que él también fue responsable de aquella confusa
etapa:
1. Jamás dosificó el natural desgaste del
plantel y es un peligroso partidario de las infiltraciones[1],
método que estuvo a punto de ultimar a Osvaldo González y con el que, además,
tentó a Charles Aránguiz para que jugara el último partido amistoso contra
Brasil antes del Mundial.
2. No supo reforzar el equipo, porfió la
llegada de dos lastres costosos (Morante y Civelli), entre otros, y desechó a
un jugador que rindió desde el principio y que marcaba diferencias ante
cualquier rival: Raúl Ruidíaz.
En cuanto a su trabajo propiamente tal,
podemos criticar dos aspectos:
1. El pésimo planteamiento realizado en la Bombonera , pleito para
el cual bastaba replicar la táctica empleada contra Liga Deportiva en Quito y
en la que el trabajo de Albert Acevedo fue fundamental.
2. La testarudez practicada en su último
período en la U :
planteamientos ridículos ante rivales que lo superaban en calidad individual y
en estado físico. La asquerosa derrota ante Sao Paulo fue su peor momento como
DT.
En fin, pese a todo, la era del
casildense tuvo dos logros inéditos: la obtención de una Copa Internacional de
manera invicta -y con el mejor rendimiento que alguna vez ha tenido algún
campeón continental (10 partidos ganados y 2 empatados)- y la consecución de un
tricampeonato nacional.
Se han escuchado críticas respecto de la
venta de jugadores, pero en este caso ni entrenadores ni dirigentes pueden
competir con las toneladas de dinero que ofrecen desde el exterior. Además,
para ser francos, exigirles sacrificio económico y fidelidad ciega a muchachos
que en algún momento de su niñez mascaron lauchas sería injusto. El tema es
reforzar con calidad, dilema sin solución para la tropa de ineptos que estuvieron
a cargo de la Universidad
de Chile en aquel triste período.
La fuga de Sampaoli implicaba el arribo
de un DT experimentado, más aún si se venía por delante la Copa Libertadores
de América. Pues bien, contrario a esto se trae a Darío Franco: un técnico inexperto
que venía de dirigir dos temporadas en la Primera
B de Argentina (San Martín de San Juan e Instituto de
Córdoba). Su campaña fue inestable y el equipo deambuló entre la excelencia y la
penuria: por una parte, se le ganó a las ratas blancas, se obtuvo la Copa Chile ante la UC y se hizo un partido de
antología en Rosario, con una formidable actuación de Guillermo Marino; por
otra, se perdieron pleitos del campeonato nacional de manera patética y se
cumplió una pésima actuación ante Olimpia y el mismo Newell’s en Santiago,
derrotas que eliminaron a los azules en la primera fase de la Copa : fracaso inaceptable.
Para más remate, Franco perdió el control del plantel y se desataron las escaramuzas
y la indisciplina. El DT fue despedido de manera ordinaria y llegó en su
reemplazo el payaso que faltaba: Marco Figueroa, con quien la U tocó fondo. Tema aparte fue el
proceso de contrataciones, un caos que aún no se entiende, pues llegaron
jugadores de tercer orden a reemplazar a campeones sudamericanos. Como era
lógico, la oligofrenia de Figueroa se convirtió en su enésima indemnización y
se nombró al novato Cristian Romero como DT interino con otra Copa Libertadores
a la vuelta de la esquina. Todo absolutamente mal, mal, mal. Los azules vuelven
a caer en primera fase, pese a anotarse otro record a su favor: tras el triunfo
ante Guaraní en Paraguay, la U
es el único equipo chileno que ha ganado en todos los países sudamericanos.
Romero corona una de las peores campañas locales de los últimos tiempos y,
cuando parecía todo perdido, el jeta Yuraszeck abandona la presidencia de Azul
Azul y con ello desaparece el sarcoma…
¿Qué podemos esperar de este nuevo
proceso? Principalmente decencia: la jefatura de Carlos Heller, el retorno de
Sabino Aguad y la incorporación de Alberto Quintano son garantía de ello.
Creemos que el arribo de Martín Lasarte también es sinónimo de respetabilidad
y, al menos, las contrataciones tuvieron sentido, como también la decisión de
reducir el plantel. Es cierto que el partido ante Cobresal fue un parámetro
discreto, pero al menos el equipo se vio afiatado, con pierna fuerte y con una disposición
ofensiva cuerda: por fin se acabó la línea de tres en el fondo, señal de que la
ofuscación por el estilo del 2011
ha llegado sanamente a su fin.
[1] La infiltración es un método
terapéutico que puede acortar los tiempos de recuperación y en el que se
emplean anestésicos locales como la lidocaína y un corticoide tipo
dexametasona, betametasona o triamcinolona. Su uso debe ser prudente: no debe
emplearse horas antes de un partido porque anestesia las estructuras anatómicas
lesionadas y bloquea la sensación de dolor, lo que puede causar rompimiento
ligamental, tendinoso o muscular. Sólo debe realizarse si hay un tiempo sensato
de restablecimiento: luego de infiltrarse, el jugador debe tener 4 días de
descanso. Además, un deportista sólo puede someterse a dos infiltraciones al
año; de lo contrario, el corticoide se cristaliza y el tendón se endurece,
perdiendo elasticidad y elongación, e incluso provocando su posterior rotura.
Lamentable la escalada de malas decisiones y aquello tuvo un notorio impacto en el nivel futbolístico mostrado.
ResponderEliminarLo de Juraseck fue nefasto, convirtió un equipo Campeón de América, en un equipo que no tenía identidad de juego, se dio pie a la elección de técnico con una suerte de "Compra huevos" pasando por Franco, Figueroa y Romero quiénes demostraron horrendas presentaciones del equipo Azul. Tal como menciona Andres veo un trabajo ordenado y con directrices claras. Lo cual da para un pronóstico esperanzador que todos los hinchas esperamos de la Gloriosa Universidad de Chile