El nivel mostrado por la U es tan bajo que la
discusión pasa por dilucidar si Lasarte está cometiendo idioteces adrede para así
ser despedido y cobrar una indemnización o si en realidad se trata tan sólo de
un incompetente: continúa naufragando defensivamente, insiste con un mediocampo
de tres hombres que no puede cumplir ninguna de sus dos obligaciones (crear y
contener), se equivoca con los nombres que debieran desplegarse en la ofensiva
y, para más remate, concreta los cambios tardíamente y de mala manera. Es repugnante
que cualquier entrenador pelele sea capaz de complicarlo.
Resulta inconcebible que estando Alberto Quintano en el
directorio no se haya detectado la necesidad de robustecer la zaga con dos
especialistas de peso. Al asqueroso nivel de José Rojas y de Osvaldo González se
suma la inoperancia de dos supuestos refuerzos que sólo vienen a adornar la
banca: Vidal y Suárez. No se entiende por qué se peleó tanto por este último si
se había enfrascado en un escándalo pueblerino que le debió haber costado la
salida del club. ¿Alguno de estos dos jugadores es más que Lichnovsky, Huerta,
Santander o Cerezo? Por ningún motivo. Azul
Azul perdió valores jóvenes formados en casa y en su lugar trajo
maceteros insufribles. En este momento, la defensa es una enfermedad, se
pierden todos los mano a mano, los cabezazos y se sale a destiempo. El último
gol de Audax lo demostró: horrible descoordinación entre Rojas y Suárez. Osvaldo
González, por su parte, fue el responsable del dos a cero al soltar la marca. Surge
entonces otra clase de dudas: ¿es la flojera de Lasarte la que pudrió al equipo
o es el nivel vergonzoso de algunos jugadores lo que tiene a la U haciendo el
loco? La única manera de solucionar semejante descalabro es enviando a la
suplencia a quienes se desempeñan mal, así de simple. Para el próximo pleito,
Rojas y Suárez debieran ser reemplazados por Paulo Magalhaes y Vidal,
respectivamente. De hecho, sólo Magalhaes aparece como un elemento apto para
cubrir la engorrosa banda izquierda. Rodríguez, Osvaldo González, Vidal y
Magalhaes tendrían que conformar la zaga ante Cobresal.
Ahora bien, si el DT establece un mediocampo de tres
volantes, al menos se espera que el jugador más creativo tenga con quien
dialogar. Lasarte hace todo lo contrario: aísla a Lorenzetti, a pesar de que
tiene a Renato González y a Valencia. Además, el charrúa cambia hombre por
hombre y, por tanto, su viciada táctica no varía: la oncena sigue sin jugar a
nada. El cambio de Lorenzetti por Valencia fue grotesco, pues precisamente era
el momento en que debían jugar juntos.
Cuando un equipo luce desequilibrado y los resultados
tampoco lo acompañan, lo lógico es poblar la zona media para que al menos el
volumen de juego sea más amplio y no tan monocorde, de ahí que el 4-4-2 sea un
esquema tan popular. En el caso de la U, debieran figurar Martínez, Corujo,
Lorenzetti y Valencia o Renato González. Cuando se recupere Guzmán Pereira
también será una opción. Quien la perdió para siempre es Espinoza, otro
gladiador rústico que se entretiene en peleas callejeras.
En cuanto a la ofensiva, los delanteros a considerar
son Canales, Benegas, Castro y Farfán. Ubilla y Rubio han tenido demasiadas
oportunidades y su fragilidad ya da asco. Ahora bien, si la U sale a la cancha
con dos delanteros lo lógico es cargar la banda izquierda, pues por la derecha
irrumpen Rodríguez y Corujo, esto causa que Ubilla sea aún más inútil. Si
Canales está lesionado no puede jugar y esta es otra idiotez de Lasarte: no es
primera vez que lo incluye a pesar de estar a media máquina. En una oncena
deben jugar los que estén al 100% y se acabó. Por otra parte, no se entiende
por qué relegó tanto a Farfán si venía haciendo goles.
En resumidas cuentas, el desastre es total y los
grandes responsables son las gallinas de Azul Azul, una tropa de incapaces e
ignorantes que tuvieron la gloria en sus manos y que la trocaron por un baúl de
escoria. ¿Qué podemos esperar? Simple: que el maldito torneo se acabe pronto. Además,
jugando de esta ridícula forma es muy difícil seguir avanzando en Copa Chile y
más aún ganarle la Súper Copa a la Universidad de Concepción. El naufragio es absoluto
y, para variar, se tendrá que empezar de cero.
Y pensar que hace 4 años la U
era el mejor equipo de Sudamérica.
Esta todo expresado certeramente, la caída esta siendo abrupta, malas decisiones, malos rendimientos, y sin poder de cambios cuando ha sido necesario, generan una ecuación negativa.
ResponderEliminarHa pensar en los nuevos desafíos ya que este torneo ya se perdió, en base a el despelote que ha presentado la U.