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martes, 1 de septiembre de 2015

La era Lasarte, herencia todavía


Muchas veces y recientemente, he comprobado que hay personas que miran con recelo la revisión del pasado. Argumentan con frases hechas como “hay que dar vuelta la página”, “hay que mirar hacia adelante” o “eso ya pasó, para qué seguir llorando”. Cursilerías como estas, sólo reflejan un nivel de flojera intelectual preocupante. La manera correcta de avanzar hacia el futuro consiste precisamente en conocer la historia, registrarla, analizarla y hacerse cargo de ella. La experiencia origina el conocimiento y, es en base a éste que se pueden establecer bases progresivamente más sólidas para forjar un mejor futuro. Ciertamente los sucesos contienen efectos cuyo origen está en el raciocinio y también, en las circunstancias y el azar. Y cuando el desarrollo de la historia ha generado escenarios positivos, es una obligación hasta moral el capturar aquellos elementos que provocaron tal virtuosismo de tal manera de saber interpretarlos y extraer conclusiones acertadas para evolucionar. Lo mismo debe ocurrir frente a escenarios negativos, sin embargo, parece ser que es en aquellos que detonaron beneficios en los que más nos cuesta tomar lecciones y aplicarlas para el desarrollo del futuro. No voy a desgastarme en explicar la filosofía que interpreta a nuestro club, todo verdadero hincha de la Universidad de Chile conoce bien su historia y su ontología.
Pues bien, lo que hoy nos toca vivir son los efectos del despilfarro que se produjo en la fase más exitosa de la U. Negar el deseo profundo de que nuestro club alcance nivel internacional competitivo, una identidad de juego clara y una administración fundada en bases sólidas y respetadas, sería una estupidez mayúscula. Frecuentemente oigo a hinchas profesando el discurso del “aguante”, de la auto-flagelación como parte inherente a la existencia de la U. Son los mismos que definen a la U como un grande, si no el más grande. Y claro, su grandeza no radica sólo en los triunfos deportivos, eso está claro. No obstante, un club que se precia de grande debe sin espacio a dudas convivir con el éxito, con la competitividad para amagar constantemente las aspiraciones deportivas del resto. Y para ello, se requiere de esa estructura sólida, fundada en las bases de una hinchada empoderada y de una administración competente y representativa de los valores del club. Es así como llegamos al gran problema de fondo, que no sólo afecta a nuestra amada U sino que se ha convertido en un fenómeno global: el dinero como centro de la actividad. Dejaré este tema para más adelante pues amerita un libro completo.
¿Qué pasó durante y después de Sampaoli? Simple, la embriaguez del éxito calentó las cabezas de personajes nefastos, ineptos y corruptos. Jamás hubo un verdadero líder, capaz de capitalizar al menos en parte los réditos obtenidos. Cuando se requirió visión, pragmatismo, liderazgo y astucia, el club pasó a manos de gente indigna. Era una oportunidad histórica para posicionar a la U a nivel internacional y conseguir una hegemonía importante a nivel local. El efecto dominó de los horrores cometidos desde las contrataciones estúpidas de jugadores - que han generado hasta el día de hoy una burbuja en el mercado de pases interno - , de técnicos ineptos y más gastos aberrantes en paquetes de proporciones mayestáticas, aún tienen a la U sacudiéndose de una administración depravada.
Sin detenerme en el planteo sobre qué debió hacerse a cambio, revisemos la era de Martín Lasarte. Habiendo circulado el agua putrefacta hasta ese momento, la idea de Lasarte no era mala: un tipo educado, servicial, con experiencia y origen futbolístico importante (uruguayo). Tanto así, que consigue un título en su primer torneo disputado. Y aunque parezca una suerte de pesimismo fastidioso, aun habiendo logrado ese hito, siempre fui muy crítico con el funcionamiento de juego del equipo y con las decisiones técnicas del entrenador. En síntesis, ese torneo pasó más por las actuaciones de Herrera y Canales que por la del propio DT. Si consideramos la irrisoria extensión de los torneos chilenos, la gran racha que tuvo la U no tenía mayor sustento y ello fue quedando al desnudo hacia la última parte del campeonato (derrota incluida en el hoyo de Macul). Para qué vamos a analizar lo sucedido en el siguiente torneo y en la peor presentación internacional de los últimos años. El asunto de la hernia que aquejó al uruguayo se utilizó como vendaje de ojos y ya a estas alturas, va quedando claro que el fondo es otro. ¿Por qué Lasarte insiste en darle tantas oportunidades a jugadores que no rinden? ¿Por qué relega al destierro a otros jugadores que sí rinden? ¿Por qué demora una eternidad en realizar cambios y cuando los hace, generalmente son intrascendentes? ¿Por qué se ha convertido en un especialista para dar conferencias de prensa en las que nos explica los errores del equipo? Si lo tiene tan claro, ¿por qué no los corrige? Como vemos, son más interrogantes que certezas. Es cierto, increíblemente el equipo está invicto, pero todos sabemos que aquello sirve de poco desde que los triunfos suman de a tres. Y más aún, el nivel de juego exhibido es francamente un desastre, sin excusas atendibles pues justamente se le dio continuidad al proceso, ha tenido tiempo suficiente y para más “recachas”, dispone del mismo plantel que consiguió el título. ¿No será entonces que en efecto, lo que todo el mundo ve es tan evidente que no resiste análisis? Un técnico que se marea porque tiene muchos jugadores en su plantilla simplemente no está al nivel requerido para un club grande, ese es el sueño de todo buen DT. Por otra parte, ¿cómo es posible que no haya reparado en la falencia horrorosa que tiene en defensa? Con todo, ni siquiera es capaz de alinear a los que corresponde, algo básico para partir. Cuando los hinchas están entregando sus formaciones cada fin de semana, es un síntoma irrefutable de la incompetencia del técnico. No entiendo a quienes se conforman con Lasarte porque es lo menos malo entre las opciones plausibles, queda la sensación de que ese manoseado concepto del aguante nubla un poco el sentido común de algunos. Entre un técnico mediocre, que “salve la plata” y nos haga jugar como equipo chico y otro audaz, agresivo e innovador, me quedo con el último. En un plantel con tantas alternativas y con jugadores que se presume están sobre la media, sin duda que vale la pena correr el riesgo. Puede incluso que Lasarte sea una especie de Arturo Salah (aunque me quedo con el chileno si se trata de comparar nivel de juego), es decir, una buena transición para que otro tome a este equipo y utilice al máximo el potencial que posee. Nuevamente, los dirigentes deben ser capaces de liderar una administración inteligente, resuelta y ¡capacitada! Lo anterior implica también, saber manejar situaciones como el retiro paulatino de jugadores que por mucho que hayan contribuido enormemente al club, de manera natural tendrán que dar espacio a los que vienen de atrás, ¡es más que obvio! Y ya que Diego Rivarola es un buen ejemplo de esto, me pregunto además: ¿por qué Diego no fue enviado al extranjero a estudiar y prepararse como técnico? ¿No es su deseo, no tiene aptitudes? Más bien lo vemos en relaciones públicas y uno desde afuera tiende a pensar que un tipo tan vinculado al club desde la cancha, debería contribuir volcando toda su experiencia y siendo preparado para ello por el club. En fin, me he desviado algo del tema coyuntural que es Martín Lasarte. Para mi, ha dado muestras suficientes de incapacidad para seguir al mando de la U. Anticipadamente o no, creo que terminará su vínculo al final de este torneo.   

2 comentarios:

  1. El tema de la administración ha sido una constante webada, jugando con que se construye el estadio, no se construye; ahora si se construye; con un nivel de poca seriedad aberrante, debemos convivir con contrataciones inoperantes y poco funcionales al plantel( tema de no reforzar la defensa), yo hace un tiempo que pensé que este momento azul se debe abordar contratando a un DT con trayectoria e identidad Azul, que lidere la transición y saque los jugadores Cancer que aun tenemos y luego traer a Miguel Ángel Russo, quien es un técnico que tiene claras las ecuaciones de como triunfar y tiene en su espalda una trayectoria ganadora y con peso continental, para atraer refuerzos de calidad.

    Saludos y buen artículo Rodrigo.

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  2. Efectivamente, Lasarte debe irse cuando finalice el torneo. Logró transformar la primera buena impresión que produjo en fastidio y desesperación. Es inconcebible que sigan jugando Rubio y Espinoza. Es increíble que relegue tanto a Benegas, Renato González y Rodríguez. Ureña es más que Espinoza. Castro es más que Rubio y corre todo el partido. ¿Por qué aguantar las "lagunitas" de Ubilla si está Farfán? ¿Por qué juega con un solo volante de creación si es la zona que, precisamente, está sobrepoblada?
    Este es un DT sin imaginación. Ni siquiera es mateo. No sabe adecuarse al rival de turno y a esta altura todos le saben jugar porque no varía en nada. Como dice Rodrigo, siembra más interrogantes que respuestas. Además, su verso politiquero ya es ridículo.
    En defensa estamos fritos, para el próximo torneo deben llegar tres jugadores en esa zona. Y no cualquier payaso. Suárez y Vidal son banca, Osvaldo y Rojas están en las últimas.
    En cuanto a los DT, veo a Marcelo Díaz con proyección intelectual para ese puesto. Además, está en Alemania, el único país que a nivel de selección no ha caído en bajones ordinarios como Brasil, Argentina, Inglaterra, Francia, España e Italia. Los alemanes jamás defraudan porque supieron cómo mantenerse en la alta competencia. Para ellos un fracaso es irse eliminados en cuartos de final. Eso es lo que hay que aprender: cómo llegar a la cima y convertir tal logro en un estado constante. Para eso se necesita planificación, inteligencia, formar talentos y golpear la mesa cuando corresponde. Los alemanes han nivelado hacia arriba porque resaltan el intelecto y la decencia antes que todo.
    Con dirigentes gallinas nada se conseguirá.

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