Algunos
hinchas han criticado la inclusión de Marcelo Díaz y de Charles Aránguiz en el
pleito de anoche; sin embargo, considerando que los nortinos jugaron un partido
correcto en el que incluso tuvieron un par de llegadas claras, la decisión de
Jorge Sampaoli fue sumamente adecuada: la presentación de un cuadro demasiado
alternativo no garantizaba la clasificación y era muy importante viajar a
Buenos Aires como semifinalista del torneo nacional, pues aquello le dará aún más
seguridad a la oncena y acrecentará su necesidad de concentración. Presentarse
en Argentina con el cartel de eliminado no era conveniente y siempre es más
beneficioso librarse de los obstáculos ganando.
La
resolución del DT azul fue muy oportuna por cuanto el riesgo de llegar a estas
instancias y quedarse sin nada es alto: ya lo sufrieron Liga Deportiva
Universitaria y Vasco da Gama el año pasado. Si la Universidad de Chile
ha hecho un esfuerzo extraordinario para llegar a este sitial debe defender su condición
con las mejores armas y el reemplazo de las piezas fundamentales tiene que
ejecutarse de manera racional, sin regalarle nada a nadie. Cuando Miguel Ángel
Russo llegó a las semifinales de la
Copa en 1996, abandonó por completo el campeonato chileno y
la consecuencia fue nefasta: la U
no jugó torneos continentales el ‘97 y René Orozco decidió bajarle el nivel al
cuerpo técnico y al plantel, sentenciando una mediocridad perenne que duró 15
años. De estas idioteces hay que aprender.
Buen partido de Acevedo, Lichnovsky, Cereceda y Marino, aunque lo más destacado, además del golazo de Ángelo Henríquez, fue el ritmo que impuso la U durante los 90 minutos. Sólo luego del empate hubo un breve momento de vacilación.
Obviamente,
la victoria ante Cobreloa implica el incremento de las responsabilidades, pues
ahora figuran las ratas blancas como antagonistas locales y, además de estar
descansadas, seguramente querrán vengar la ignominiosa derrota del clásico
anterior. Habrá que presentarse en la covacha de Macul con trampas para ratones
y con talismanes para conjurar la ordinariez: recordemos que la última vez que
los azules visitaron el estadio de Pinochet fueron recibidos con bolsas de
orines y con escaramuzas marginales subvencionadas por la directiva “arba”.
Se
viene Boca Juniors el jueves y existe tranquilidad y alegría en el ambiente:
pase lo que pase, los azules desplegarán su habitual fútbol ofensivo y lucharán
en conjunto por la consecución de sus metas. La Universidad de Chile
se encuentra en una circunstancia histórica que hasta ahora se ha concretado en
títulos y que al parecer se proyectará más allá del horizonte.
Un
saludo a todos y a disfrutar de este gran momento.
¡Viva
la U , mierda!
No hay comentarios:
Publicar un comentario