Durante la semana pasada, la U debió soportar el engreimiento
y el fisgoneo de los ex jugadores del equipo de Pinochet, los mismos ordinarios
que el año ’91 fueron felicitados en persona por el plantel azul luego de que
obtuvieran la Copa
de la Jactancia. Obviamente ,
entre estos maleducados estaba Luis Pérez, el eterno interino, quien aseguró
que “la derrota azul enaltece aún más lo
hecho por coco-loco 21 años atrás”. Nosotros nos preguntamos: ¿y qué tiene
que ver una cosa con otra si hay tanto tiempo de por medio? Sólo su estropeada
mente lo sabe. La actitud de estos groseros subalternos es análoga al entrometimiento
mujeril que reina en los conventillos.
En fin, como siempre ocurre con estos patanes,
sobró la altanería y escaseó la nobleza. Y es que esta despreciable institución
tiene una deuda ética con la
Universidad de Chile, club que en su momento supo obviar el
clásico antagonismo con el equipo de la dictadura para dar paso a una
congratulación que, ahora sabemos, estos rotos no se merecían. Es más, cuando la U ganó la Copa Sudamericana sólo recibió
el desaire y la envidia desde la covacha de Macul; de hecho, Ivo Basay, el
equilibrista de turno, indicó amargamente que ellos “no tenían porqué ir a felicitar a sus rivales”. Hasta el día de
hoy estos rufianes de cómic desacreditan el primer trofeo continental de los azules
tildándolo de inferior. Curiosamente, este fue el mismo galardón que los hizo llorar
como hienas cuando lo perdieron de manera vergonzosa contra el Pachuca.
Pese a la molestia que genera toda esta
decadencia moral, estamos seguros de que, en definitiva, es saludable que estos
gusanos cilíndricos enseñen su verdadero rostro: el de la pedantería, la
avaricia y la ostentación, pues al fin y al cabo los define para siempre y
revela que es el éxito o el fracaso ajeno su razón de ser y su motivo de
alegría o de tristeza, características más propias de los pérfidos antihéroes de
Charles Dickens que de una entidad deportiva que debiera concentrarse en sus propios
objetivos. Esta pantomima falaz sólo es una artimaña que pretende desviar la
atención respecto de la mediocridad propia, es rehuir la responsabilidad particular
para endosársela al contrincante. Ojalá esto sirva de ejemplo y los
hinchas de la Universidad
de Chile no obren de la misma forma, pues aquello sería parodiar la zafiedad de
un club indeseable. Es el momento de concentrarse en los méritos que conciernen
exclusivamente a la U
y de liberarse de las tristes aventuras de los demás.
Antes de la victoria sobre las ratas blancas
hubo mofas y afrentas en contra del plantel azul. Contrariamente a lo que
plantean los papanatas de Fox Sports, esta conducta es totalmente inapropiada y
sólo contribuye a la animadversión: en primer lugar, no procede en un país en
el que los títulos internacionales escasean; en segundo lugar, si ese
comportamiento proviene de los colegas es aún más repugnante, pues muchos son
compañeros en la selección nacional y se supone que debiera primar cierta
solidaridad deportiva; y, finalmente, si este escarnio tiene su origen en la
directiva “arba” ya estamos hablando de simple y pura ordinariez. Sin embargo,
como ya lo aclaramos, es precisamente esta vulgaridad incesante el atributo más
tangible de las ratas blancas. Es su cáncer histórico.
El pleito de ayer era muy importante porque
significaba levantarse para resurgir con potencia o cerrar el semestre de
manera injusta y atribulada. Jorge Sampaoli, para variar, optó por el riesgo
total: la Universidad
de Chile salió con una improvisada línea de 3 a causar el off side en la mitad de
la cancha, línea que se reducía a 2 zagueros cuando los azules atacaban. Su
mérito fue recuperar la pelota en la zona rival y abrir totalmente el campo en ofensiva
para instalarse en ambas bandas, esto obligó a los lentos centrales del
“cafiche” a salir hacia los costados y a tener problemas para cerrar la media
luna del área. Así llegó el golazo de Ángelo Henríquez, quien tal vez jugó uno
de sus mejores partidos en lo que va del año. Después del tanto de cabeza de Junior
Fernandes los azules debieron liquidar el encuentro pero estuvieron poco finos
en la definición. Pese a tener la clasificación asegurada, el cuerpo técnico
continuó arriesgando de forma temeraria, casi esquizofrénica, y sólo las grandes
actuaciones de José Rojas y de Johnny Herrera salvaron problemas mayores. ¿Es
necesaria tanta generosidad cuando ya se tiene abrochado el objetivo? En los
últimos 5 minutos del primer lapso la
U extravió el control del mediocampo y coca-colo se asentó en
las inmediaciones de la retaguardia local. Matías Rodríguez falló en la marca
del wanderino Muñoz y las ratas estuvieron a punto de descontar. A propósito, el
argentino estaría jugando hace tiempo con una lesión en la rodilla, lo que explicaría
su decaimiento en las últimas presentaciones. En el segundo tiempo ingresó
Guillermo Marino y la U
se generó varias ocasiones que se fueron desperdiciando una y otra vez mientras
el equipo del dictador llegaba con balones detenidos o aprovechando cierta
negligencia en los rechazos. Cuando parecía que Junior Fernandes caía en la
desidia, anotó dos tantos de hermosa factura que aseguraron la llave. Muy bien Paulo Magalhaes y Charles Aránguiz.
Ojo con este encabezado de La Tercera : el equipo de Sampaoli se juramentó
regalarle, quizás, la última alegría a su gente, después de un año y medio de
grandes actuaciones que parecen estar en la etapa final de un ciclo exitoso.
¿Cómo que “última alegría”, acaso el payaso
que escribió esta basura puede predecir el futuro? ¿Qué es eso de “etapa final de un
ciclo exitoso”? Esta lombriz solitaria se limita a proyectar sus miserables
anhelos y comete el descaro de emplear el medio en el que labora para hacerlo. Pongo
como ejemplo este insolente párrafo para que nos demos cuenta, de una vez por
todas, la clase de periodismo deportivo que existe en el país. Estos reporteros
de alcantarilla infectan el ambiente con su envidia ponzoñosa y su cuestionable
calidad como profesionales; de hecho, la oración exhibida debió ser enmendada
para que ustedes la pudieran entender. Estas son las ratas blancas y están en
todas partes: patalean indignadas cuando se les viene el
ocaso encima.
Felicitaciones al plantel por haber dejado
atrás la tristeza a expensas del “eterno cafiche”. Un saludo a todos y suerte
en este último esfuerzo.
¡Viva la
U , mierda!
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