Vistas de página en total

lunes, 25 de junio de 2012

Universidad de Chile 4 – ratas blancas 0


Durante la semana pasada, la U debió soportar el engreimiento y el fisgoneo de los ex jugadores del equipo de Pinochet, los mismos ordinarios que el año ’91 fueron felicitados en persona por el plantel azul luego de que obtuvieran la Copa de la Jactancia. Obviamente, entre estos maleducados estaba Luis Pérez, el eterno interino, quien aseguró que “la derrota azul enaltece aún más lo hecho por coco-loco 21 años atrás”. Nosotros nos preguntamos: ¿y qué tiene que ver una cosa con otra si hay tanto tiempo de por medio? Sólo su estropeada mente lo sabe. La actitud de estos groseros subalternos es análoga al entrometimiento mujeril que reina en los conventillos.
En fin, como siempre ocurre con estos patanes, sobró la altanería y escaseó la nobleza. Y es que esta despreciable institución tiene una deuda ética con la Universidad de Chile, club que en su momento supo obviar el clásico antagonismo con el equipo de la dictadura para dar paso a una congratulación que, ahora sabemos, estos rotos no se merecían. Es más, cuando la U ganó la Copa Sudamericana sólo recibió el desaire y la envidia desde la covacha de Macul; de hecho, Ivo Basay, el equilibrista de turno, indicó amargamente que ellos “no tenían porqué ir a felicitar a sus rivales”. Hasta el día de hoy estos rufianes de cómic desacreditan el primer trofeo continental de los azules tildándolo de inferior. Curiosamente, este fue el mismo galardón que los hizo llorar como hienas cuando lo perdieron de manera vergonzosa contra el Pachuca.
Pese a la molestia que genera toda esta decadencia moral, estamos seguros de que, en definitiva, es saludable que estos gusanos cilíndricos enseñen su verdadero rostro: el de la pedantería, la avaricia y la ostentación, pues al fin y al cabo los define para siempre y revela que es el éxito o el fracaso ajeno su razón de ser y su motivo de alegría o de tristeza, características más propias de los pérfidos antihéroes de Charles Dickens que de una entidad deportiva que debiera concentrarse en sus propios objetivos. Esta pantomima falaz sólo es una artimaña que pretende desviar la atención respecto de la mediocridad propia, es rehuir la responsabilidad particular para endosársela al contrincante. Ojalá esto sirva de ejemplo y los hinchas de la Universidad de Chile no obren de la misma forma, pues aquello sería parodiar la zafiedad de un club indeseable. Es el momento de concentrarse en los méritos que conciernen exclusivamente a la U y de liberarse de las tristes aventuras de los demás.
Antes de la victoria sobre las ratas blancas hubo mofas y afrentas en contra del plantel azul. Contrariamente a lo que plantean los papanatas de Fox Sports, esta conducta es totalmente inapropiada y sólo contribuye a la animadversión: en primer lugar, no procede en un país en el que los títulos internacionales escasean; en segundo lugar, si ese comportamiento proviene de los colegas es aún más repugnante, pues muchos son compañeros en la selección nacional y se supone que debiera primar cierta solidaridad deportiva; y, finalmente, si este escarnio tiene su origen en la directiva “arba” ya estamos hablando de simple y pura ordinariez. Sin embargo, como ya lo aclaramos, es precisamente esta vulgaridad incesante el atributo más tangible de las ratas blancas. Es su cáncer histórico.
El pleito de ayer era muy importante porque significaba levantarse para resurgir con potencia o cerrar el semestre de manera injusta y atribulada. Jorge Sampaoli, para variar, optó por el riesgo total: la Universidad de Chile salió con una improvisada línea de 3 a causar el off side en la mitad de la cancha, línea que se reducía a 2 zagueros cuando los azules atacaban. Su mérito fue recuperar la pelota en la zona rival y abrir totalmente el campo en ofensiva para instalarse en ambas bandas, esto obligó a los lentos centrales del “cafiche” a salir hacia los costados y a tener problemas para cerrar la media luna del área. Así llegó el golazo de Ángelo Henríquez, quien tal vez jugó uno de sus mejores partidos en lo que va del año. Después del tanto de cabeza de Junior Fernandes los azules debieron liquidar el encuentro pero estuvieron poco finos en la definición. Pese a tener la clasificación asegurada, el cuerpo técnico continuó arriesgando de forma temeraria, casi esquizofrénica, y sólo las grandes actuaciones de José Rojas y de Johnny Herrera salvaron problemas mayores. ¿Es necesaria tanta generosidad cuando ya se tiene abrochado el objetivo? En los últimos 5 minutos del primer lapso la U extravió el control del mediocampo y coca-colo se asentó en las inmediaciones de la retaguardia local. Matías Rodríguez falló en la marca del wanderino Muñoz y las ratas estuvieron a punto de descontar. A propósito, el argentino estaría jugando hace tiempo con una lesión en la rodilla, lo que explicaría su decaimiento en las últimas presentaciones. En el segundo tiempo ingresó Guillermo Marino y la U se generó varias ocasiones que se fueron desperdiciando una y otra vez mientras el equipo del dictador llegaba con balones detenidos o aprovechando cierta negligencia en los rechazos. Cuando parecía que Junior Fernandes caía en la desidia, anotó dos tantos de hermosa factura que aseguraron la llave. Muy bien Paulo Magalhaes y Charles Aránguiz.
Ojo con este encabezado de La Tercera: el equipo de Sampaoli se juramentó regalarle, quizás, la última alegría a su gente, después de un año y medio de grandes actuaciones que parecen estar en la etapa final de un ciclo exitoso.
¿Cómo que “última alegría”, acaso el payaso que escribió esta basura puede predecir el futuro? ¿Qué es eso de “etapa final de un ciclo exitoso”? Esta lombriz solitaria se limita a proyectar sus miserables anhelos y comete el descaro de emplear el medio en el que labora para hacerlo. Pongo como ejemplo este insolente párrafo para que nos demos cuenta, de una vez por todas, la clase de periodismo deportivo que existe en el país. Estos reporteros de alcantarilla infectan el ambiente con su envidia ponzoñosa y su cuestionable calidad como profesionales; de hecho, la oración exhibida debió ser enmendada para que ustedes la pudieran entender. Estas son las ratas blancas y están en todas partes: patalean indignadas cuando se les viene el ocaso encima.   
La Universidad de Chile se ha sacado la rabia contenida y ahora debe preparar la final del campeonato de apertura ante un contrincante muy peligroso, pues es un cuadro disciplinado y efectivo: cuando O’Higgins hace un gol se refugia y contraataca, así liquidó muchos encuentros con la diferencia mínima. Como usualmente los rancagüinos utilizan 3 delanteros, es probable que Jorge Sampaoli por fin trabaje con una línea de 4. Está bien arriesgarse de forma desmesurada cuando el resultado así lo exige, pero en una final hay que ser más práctico y evitar la dadivosidad con los tacaños.
Felicitaciones al plantel por haber dejado atrás la tristeza a expensas del “eterno cafiche”. Un saludo a todos y suerte en este último esfuerzo.
¡Viva la U, mierda!

No hay comentarios:

Publicar un comentario