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jueves, 29 de marzo de 2012

Universidad de Chile 2 – Peñarol 1

El de anoche fue un triunfo épico que dejó muchas lecciones. La primera de ellas es que la U es capaz de imponerse a cualquier adversario porque está inspirada por una propuesta táctica que ya lleva más de un año desplegándose. La oncena buscó el arco rival de forma masiva desde el primer minuto hasta el último suspiro, con al menos 5 jugadores pisando el área contrincante. Este aspecto es tal vez el más valioso de todos: la Universidad de Chile no sólo atraviesa el instante más feliz de su historia, sino que ha encontrado el estilo que mejor define el espíritu de la institución. Lo dijo Jorge Sampaoli cuando arribó al club: “si la U tiene una hinchada que alienta durante todo el partido, el equipo debe atacar durante todo el partido”. Así, dados los logros que engalanan el palmarés azul desde el año pasado, la Universidad de Chile está destinada a ser un cuadro ofensivo de aquí a la eternidad, simplemente porque es el método que más alegrías le ha brindado en el corto tiempo.
Se sabía que el pleito contra Peñarol sería terrible. Apresados por una turbia historia de triunfos cuestionables, los uruguayos no se despedirían de la Copa Libertadores así nomás y menos en Chile, país al que consideran futbolísticamente inferior. Por tal razón, desplegaron todo su arsenal de bajezas para salirse con la suya: fingieron faltas cerca del área, hicieron tiempo descaradamente, golpearon a mansalva, lloriquearon como heroína de telenovela ante el más mínimo roce y al final trataron de arrastrar a los azules a un escándalo rústico para ocasionar expulsiones y sanciones de la CONMEBOL, ese nido de sabandijas octogenarias. En suma, lo que presenciamos anoche no fue sino la habitual delicuescencia rioplatense: ese antivalor fétido que confunde bravura con desfachatez subvencionada. Con semejante garantía de impunidad hasta la gallina más pusilánime se vuelve peligrosa.
Toda esta maquinaria de patrañas y fraudes orquestada por la mafia de la Confederación Sudamericana no podría regocijarse en sus artificios campantes sin la intervención de las funestas ternas arbitrales, designadas y negociadas en la oscuridad. El desempeño del árbitro brasileño Leandro Vuaden fue asqueroso, tal vez el peor que ha sufrido la U de Sampaoli en torneos continentales. De hecho, la supervivencia de Peñarol hasta el minuto final se debió a que este juez descarado no sancionó faltas que debieron dejar a los uruguayos con 9 hombres en el primer tiempo: el pisotón a Gallegos y la doble amarilla a Freitas. Después de eso, y tal como aconteciera en la Copa Sudamericana del año pasado cuando se enfrentó a cuadros charrúas y argentinos, este réferi hampón inventó tiros libres irrisorios para que los comediantes rioplatenses pudiesen lanzar pelotazos al área.
Las declaraciones de Jorge da Silva no hacen más que corroborar la cínica insolencia a la que nos referimos: el DT aseguró que “Peñarol pierde el partido por la ambición de ganarlo” -no sabemos realmente qué partido vio- y luego culmina diciendo que “la tendencia del árbitro de favorecer al local fue muy clara”. Esta hipócrita actitud martirizada y doliente contrasta con la conducta indecente de sus dirigidos y no hace más que encubrir la verdad: los uruguayos plantearon una estrategia defensiva y de contraataque cuando tenían la obligación de ganar. Fueron cobardes y recibieron su merecido.
La Universidad de Chile, por su parte, debió haber liquidado el pleito en el primer tiempo y le perdonó la vida a un rival pernicioso. El segundo lapso fue muy inquietante porque Peñarol esperó en su propio campo, anticipó bien y salió con velocidad y vigor cada vez que recuperaba el balón. El gol de Peñarol fue cuento aparte, pues aún no existe certeza de su validez: para los idiotas del CDF la pelota entró y para el ESPN y las radioemisoras nacionales no lo hizo. Lo que sí dejó en claro esta anotación es que la presencia de Morante será cada vez más vital si se continúa avanzando en el torneo: es urgente la asistencia de un zaguero espigado en el área. Como la U estaba volcada en ataque se produjeron muchos mano a mano perturbadores que, en todo caso, fueron aplacados por la buena noche de González, Acevedo y Rojas. Los azules se veían molestos por el arbitraje y demasiado ansiosos por llegar luego al segundo gol, situación que provocó un exceso de pelotazos diagonales que facilitaban la tarea de la zaga contrincante y que a ratos hizo intermitente el circuito creativo al que los azules nos tienen acostumbrados. Sin embargo, ya en los últimos 10 minutos se notaba cierto cansancio en el antagonista. Lorenzetti se veía más preciso que el resto y el gol perdido por Ruidíaz fue un aviso de lo que ocurriría al final: en la jugada más fina del partido, Junior Fernandes desconcertó a los defensas charrúas con un pase al pecho de Emilio Hernández, quien delicadamente centró atrás y ese crack que es Eugenio Mena hizo pasar de largo a toda la zaga con un enganche de revés, toque a Matías Rodríguez y golazo impresionante. Un premio para un equipo valiente y conmovedor, para un plantel con espíritu amateur, como le gusta recalcar a Sampaoli.
Este tipo de pleitos se asumen a cabalidad con el transcurso de los días, pues son demasiado intensos y saturan la razón. Así, hemos desarrollado una siniestra teoría en las últimas horas: resulta extraño que un juez brasileño le haya arbitrado tan mal a la U y más aún si enfrentaba a un cuadro uruguayo. Conocedores de la inagotable capacidad maquinadora de la CONMEBOL y de la gran cantidad de dinero que hay en juego, no es descabellado considerar la posibilidad de una confabulación para sacar a la Universidad de Chile de la Copa. ¿El motivo de esta intriga? Simple: la U es el único equipo capaz de amagar la supremacía de los clubes brasileños en el continente. Parece ser una hipótesis desproporcionada, pero nada es extravagante para una Confederación que durante décadas ha privilegiado a los clubes del Atlántico. Ojo con los arbitrajes.
Pero en fin, pese a tan alarmante sugerencia, el volumen ofensivo y la solidaridad de los jugadores y del cuerpo técnico de la Universidad de Chile son capaces de eclipsar estos intentos de fraude deportivo: si ya venció a árbitros y a rivales en Brasil, Uruguay y Argentina durante la Sudamericana del 2011, bien puede hacer lo mismo en esta Libertadores. Al fin y al cabo, se trata de un plantel absolutamente profesional que, por lo demás, tiene sangre azul en sus venas.

2 comentarios:

  1. Ajajajaja, me sacó carcajadas esta crónica magistral, jajaja. Imagino los calzones de lana meados de Palma y Poli, jajaja. Creo que el mejor apelativo para estos comediantes y que desde ahora usaré para denominarlos es Sabandijas. Tómense un minuto y revisen el significado de esta palabra para que atesoren el concepto.
    Viva la U

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  2. Efectivamente, este par de desmañados son completamente despreciables. Lamentablemente no queda otra, salvo bajar el volumen y escuchar la radio a periodistas de verdad hablar y analizar fútbol, a soportar a este par de zombies del CDF sus continuos quejumbrosos comentarios. Solo me consuela saber que ambos deben tener irritado el culo de pura envidia. jajajaja
    Grande la U!
    VAMOOOOO!!!

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