Después
de la goleada degradante e histórica perpetrada contra las ratas blancas, los
periodistas bastardos que escoltan al equipo de Pinochet se convirtieron en esclavos
del resentimiento, del insomnio y de la alucinación. En 5 segundos detectaban
el número 5 con sus 5 sentidos: despertaban a las 5, les tocaban el timbre o la
bocina 5 veces, descubrían que la estrella de la camiseta azul tenía 5 puntas y
que el vecino era fanático de la sinfonía Nº 5 de Beethoven. Tironeándoles las
mangas 5 veces, sus hijos les preguntaban: ¿papá,
qué olor tiene el 5? Y a ellos no les quedaba más remedio que responder: olor a goleada. Entonces una lágrima
ácida les ensuciaba la punta de sus zapatos. 5 dedos hay adentro del zapato, pensaban.
Luego,
dominados por el rencor e hilando babas ponzoñosas, se enclaustraron en sus
gallineros para organizar una despreciable campaña en contra de la Universidad de Chile. Para
eso necesitaban que la U
perdiera, pues de lo contrario sus chillidos no tendrían sentido y harían el
ridículo una vez más. Se agazaparon en su covacha como arpías piojosas
esperando su oportunidad, comiendo cáscaras de huevo y bebiendo sus propios
orines. Desgraciadamente, los azules cayeron en Quito y estas alimañas ahora pueden
desplegar el veneno que tenían preparado.
En
la transmisión del pleito jugado contra la Universidad de
Concepción en el sur, la radio Cooperativa señaló que Sampaoli había guardado
el equipo por nada, pues los azules ya estaban eliminados y el encuentro ante
los quiteños en Santiago era un partido postmortem.
Falta de respeto para un cuerpo técnico y un plantel que sabe salir de los momentos
difíciles.
Por
su parte, los corresponsales chilenitos de ESPN, que apenas pueden ocultar sus
colas de laucha, indicaron que la U volvió a perder y no levanta cabeza. Lo mismo sostuvieron los gusanos de Terra.
La
rivalidad entre los hinchas puede entenderse y sólo hasta cierto punto, de hecho.
Pero cuando son los medios de comunicación los que orquestan estas campañas de
desprestigio en contra de un club que ha representado de forma brillante al
fútbol chileno, la verdad es que da asco. Y no es que se exijan abanderamientos
ni simpatías ficticias, lo que uno espera simplemente es OBJETIVIDAD.
El
análisis era muy simple: la U
sufrió una derrota fea en Quito, atribuible a diversos factores: el exceso de
audacia por parte de Sampaoli, su extraña y temprana expulsión y posterior aislamiento,
la falta de adaptación a la altura y la sórdida treta de cortar la luz para
retardar aún más la aclimatación de los jugadores, el pauperismo de la cancha
y, principalmente, la velocidad de un rival ágil y contundente acostumbrado a
sacar diferencias como local. Luego del traspié, es lógico que el cuerpo
técnico concentre sus fuerzas para una complicada revancha que no tendrá margen
de error. De ahí que el partido en Concepción prácticamente no tuviese sentido:
la Universidad
de Chile es puntera por un margen casi decisivo y está clasificada hace rato a
los play-off.
Sin
embargo, pese a la nitidez que exhibe la situación, la prensa tejió una crisis inexistente
e incluso conjetura la salida de Jorge Sampaoli por diferencias con los
dirigentes.
La
entrevista al estratega azul que publicó la revista Sábado el 5 de mayo (jajaja, otro 5) es de tipo personal: busca
desentrañar los sentimientos de Jorge Sampaoli respecto de su familia y de su
profesión, así como también enseñar el largo y sacrificado camino que debió realizar
para al fin ser reconocido por el ambiente futbolístico mundial. En el diálogo
expresa su deseo de quedarse en la U
pero establece ciertas condiciones mínimas para que aquello se concrete: que el
directorio sea capaz de garantizar el crecimiento definitivo de la Universidad de Chile
en Sudamérica. ¿Cómo? Manteniendo a sus principales figuras y reforzando el
plantel semestre a semestre. Es decir, lo que todos los hinchas azules desean.
¿Expresar
este anhelo es indicio de alguna crisis? Por supuesto que no, sólo representa
una demanda sensata de quien quiere realizar su trabajo a la perfección. Ningún
carpintero desea martillos de goma.
Es
hora de presionar a Azul Azul en el estadio y en las redes sociales para que no
cometa el mismo error en el que incurrió René Orozco: debilitar el plantel que
peleó la Copa Libertadores
de 1996, contratar un técnico mediocre, cumplir campañas ignominiosas en los
torneos continentales y caer en el anonimato por más de 15 años.
Causar
la partida de Jorge Sampaoli y de sus brillantes asesores por el sólo y absurdo
hecho de no querer reforzar el cuadro que ganó una copa internacional sería un disparate
imperdonable que transformaría a los actuales integrantes del directorio azul
en los desgraciados más estúpidos de la historia de la institución.
Esperemos
que estos hombres de negocios no quieran cargar con semejante atributo y sí se
atrevan a invertir en el primer equipo porque sencillamente ésta es la ocasión.
Como
bien afirmó Jorge Sampaoli en la mentada entrevista: “este es el momento para ser grandes. Si la U no crece ahora, será demasiado
tarde después”.
Tengan
la certeza, señores de Azul Azul, que estas palabras sólo pueden provenir de
alguien que realmente ama a la
Universidad de Chile. Otro DT no se hace problemas y firma un
contrato millonario en Dubai.
Un
abrazo al cuerpo técnico y al plantel, todos los azules de Chile estarán
alentando el jueves.
¡Vamos
la U , mierda!
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