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viernes, 10 de febrero de 2012

Universidad de Chile 1 – Iquique 1

La U estaba jugando bien, mostraba agilidad, presión constante y de no mediar cierta ansiedad en el momento de definir podría haber ido ganando por dos o más tantos de diferencia. Charles Aránguiz y Matías Rodríguez estaban haciendo un partidazo, Junior Fernandes evidenciaba su velocidad desequilibrante y Ruidíaz demostraba su talento… Pero ocurrió lo impensado: una pandilla de macacos lanzó fuegos artificiales a la cancha y el árbitro Polic no tuvo más remedio que suspender el partido.
Lo más grave es que la intención de este clan de subnormales era precisamente originar la supresión del pleito en señal de protesta contra la concesionaria Azul Azul. Y es más, estos hampones han señalado que seguirán motivando la interrupción de los siguientes encuentros, incluyendo los de la Copa Libertadores porque los títulos internacionales no les importan.
Semejante afirmación resiste cualquier clase de análisis porque proviene de mentes sumidas en la estupidez total, en la droga de bajo estrato y en la egolatría propia de los rotos de mierda. ¿Qué clase de hijo de puta puede decir que no le interesa que la U consiga campeonatos continentales? Sólo las ratas blancas pueden desear eso. Conclusión del silogismo: estos saboteadores de medio pelo se hermanan con las lauchas albas y merecen, por tanto, una paliza de proporciones por su traición.
No sólo debe esperarse la reacción de las autoridades y de las fuerzas policiales, pues es la misma hinchada azul la que debe repeler a esta clase de bastardos mal nacidos. ¿Qué ocurre cuando la gente atrapa a un ladrón en la calle? Le dan una zurra de la puta madre. Los vagos en cuestión son aún peores, pues lo que se roban es la alegría.
Los hinchas de verdad, esos que pagan la entrada luego de trabajar de manera sacrificada y decente, esperaron toda una vida para ver a la Universidad de Chile en el nivel que exhibe hoy: con un cuerpo técnico de lujo y un plantel exitoso que se erigió como el mejor campeón sudamericano de la historia. Por eso las amenazas de esta caterva de cerdos es imperdonable y debe poner en alerta a toda la comunidad azul: es hora de frenar el predominio de la canalla miserable y expulsarlos a fierrazo limpio. Ojalá en el hocico.
¿Qué pasaría si, efectivamente, estos perros desgraciados consiguen su propósito y la U sufre una serie de partidos cancelados, incluyendo los internacionales? Simple, nos vamos a la cresta: Sampaoli renuncia, los jugadores aceptarían la primera oferta que les pusieran al frente y la U volvería a ser un club del montón. ¿Eso es lo que desean, conchas de su madre?
Azul Azul está en una encrucijada: o se deja vencer por esta manada de hienas tiñosas o diseña el plan de expulsión definitiva de esta plaga. No quedará más remedio que implantar controles severos en el estadio e infiltrar las galerías con cámaras de seguridad y guardias privados. Así, el que en dictadura fue un espacio de libertad y de expresión se convertirá en una zona vigilada y sujeta a inspecciones celosas. Eso es lo que han conseguido estos pungas miserables: todo lo pervierten, todo lo pudren y merecen extinguirse como si fueran piojos.
Las autoridades deben estudiar cómo las potencias europeas dominan a sus hampones. Inglaterra fue capaz de recuperar sus recintos deportivos y ahora los jugadores pueden abrazarse con sus hinchas y festejar juntos cada conquista alucinante. Qué hermoso sería si aquello ocurriera alguna vez en nuestro país. Primero hay que eliminar a los zánganos.

2 comentarios:

  1. Absolutamente de acuerdo con Andrés.
    Me parece que la solución, también pasa con redoblar los esfuerzos en los controles de los accesos de las barras. Revisar si es necesario empelota a los guevones para evitar que entren armas, palos, fuegos artificiales u otro elemento ajeno a un espectáculo deportivo. Digo esto, por que estas basuras serán muy creativos para lograr su asqueroso objetivo e interrumpir los partidos solo para llamar la atención los muy hijos de puta!
    Luego de esto, se deberá iniciar un linchamiento "in situ" por parte de la misma hinchada verdaderamente azul, al saco de hueas que pretenda lanzar al campo cualquier objeto con intención de dañar a alguien. A la antigua no mas, se acabó el gueveo de una vez por todas!.

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    1. Amigos, también hay que considerar las cagadas del pasado de Orozco cuando les dió estatus de señores a los de abajo. Decía: "estos niños necesitan cariño y yá está!". El viejito hizo cosas buenas , pero se mandó varias cagadas; y lo peor es que no reconoce nada. A los hampones hay que eliminarlos y punto. Mano dura y chao! (me salió chilenisimo esto)

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