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domingo, 9 de octubre de 2011

QUE LA ROJA SE TIÑA DE AZUL


Una crítica que se nos hace a los hinchas de la Universidad de Chile es que nos gusta nuestro equipo por sobre la Selección: que si no juega Eduardo Vargas, Felipe Seymour o cualquiera de los jugadores identificados con la camiseta azul no apoyamos a la Roja como si fuese la Gloriosa.
Y esto tiene algo de cierto. Los fanáticos de la U cumplimos con ciertas características que nos hacen únicos en esta larga y angosta faja de tierra. El color azul representa fidelidad y de eso tenemos de sobra: nuestra hinchada estuvo 25 años sin celebrar un título y pasó por la segunda división, pero nunca faltó el apoyo de la gente, incluso en los momentos más duros.
Necesitamos ver entrar a nuestros once Leones a la cancha. No quiero llamarlo adicción, porque ese término es peyorativo, pero es un goce ver salir del túnel a nuestros jugadores. A ellos se les pide que defiendan a muerte la camiseta y a esa U que está en su pecho, tal como muchos lo hacemos desde algún rincón del estadio.
La selección no nos entrega esas “necesidades básicas” de un hincha azul. No hay que retroceder mucho en el tiempo para recordar las eliminatorias para el Mundial de Japón-Corea, en la que se finalizó último en la zona. Tras la salida de Juvenal Olmos vino una seguidilla de entrenadores que desfilaron por la banca nacional. Uno de los lemas del Chuncho es “en las buenas y en las malas”, frase que no se vio reflejada en ese momento: en la última fecha de aquellas clasificatorias con suerte asistieron 5 mil personas al Nacional… A nuestro Nacional.
La Roja no nos da la satisfacción de verla saltar a la cancha todos los fines de semana, como sí tenemos el placer de disfrutar con nuestra amada U. Y ni hablar de defender a muerte la camiseta. Dicen que ésta es una de las mejores generaciones de futbolistas chilenos, pero también es la más adinerada y la que se regocija con su vida de lujos fatuos. Al parecer, eso es más importante que el amor por la camiseta. Ese amor que le exigimos tener a los once de la Gloriosa Universidad de Chile.
Por Rodrigo Jeldres

2 comentarios:

  1. Justo el día en que renunció Marcelo Bielsa, escribí en Twitter que Borghi sería el nuevo técnico nacional. Era según mi visión, la única manera de sortear fácilmente la dilapidación de un proceso histórico para el seleccionado chileno. El tiempo me dio la razón. Sin pretender elevar a Bielsa a una categoría suprema, creo que el gran mérito que tuvo fue la imposición de la disciplina, esa que nunca estuvo presente antes. La dirigencia nacional borró con el codo la más notable e impensada evolución del fútbol al que históricamente la selección de Chile nos tuvo acostumbrados. Ese fútbol apocado cuando se jugaba de visita, ese que no conseguía triunfos en el extranjero, ese plagado de situaciones indignas protagonizadas por jugadores de irrisorio nivel intelectual. Poco a poco vamos observando como se vuelve a fojas cero. No sólo la repugnante forma en que se ha convocado a los seleccionados, denotando dudosas y caprichosas preferencias por jugadores de Colo Colo, sino también la ausencia absoluta de un método para poder explotar de buena forma a personas cuyos orígenes no se forjaron precisamente en medios intelectualmente virtuosos, me hacen sentir nula pasión por la denominada "roja de todos". Si hasta la forma de apodarla es una falacia. Me indigna ver que Borghi piense en jugadores azules sólo cuando se ha visto en problemas. Es una insolencia inaceptable pues perjudica económica y deportivamente a la U. Luego del último circo de nominaciones, el gordo se vio en la obligación de llamar a jugadores azules. En opinión de todos, éstos venían desempeñando una labor destacada en su club y por cierto, son mucho más que varios de los paquetes que originalmente había solicitado. Tres a cero tenía que ir perdiendo Chile frente a Argentina para que el zampabollos enviara a la cancha a González y Vargas. Verdaderamente fúnebre y desvergonzado. Más encima ahora pretende incluirlos desde el inicio contra Perú. Puede sonar anti nacionalista pero en las circunstancias actuales, me importa un ardite que le vaya mal a la selección y es más, me reiré si fracasa. Sólo espero que nuestros jugadores no se contaminen con la indecencia de los Valdivia, los Vidal o los Medel, la constelación de estrellas sobrevaloradas del balompié dominado por los fríos negocios antes que por el amor a las camisetas.

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  2. Por desgracia, los dirigentes de la U formaron parte de este proceso rasca, de lo contrario estarían moralmente habilitados para restarse de este bodrio. Lo ideal sería que ningún jugador de la U se mezclara con esta caterva de ebrios.

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