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lunes, 19 de diciembre de 2011

UNIVERSIDAD CATÓLICA 1 – UNIVERSIDAD DE CHILE 2

Advirtiendo las altas temperaturas registradas en Santiago por estas fechas, los oligarcas cruzados programaron el clásico a mediodía sólo para fastidiar el estado físico de los jugadores de Universidad de Chile, quienes se habían titulado campeones de Sudamérica sólo 4 días antes. Sin embargo, la mala intención de estos supuestos caballeros se transformó en una paradoja extravagante, pues fueron los jugadores de la UC quienes sufrieron de manera más dramática los efectos de semejante bajeza: dos lesiones musculares en el primer tiempo.
Esta payasada tiene una explicación elemental: Lepe quiso jugar al ritmo de la U y su plantel sólo aguantó media hora. Esta afirmación no es reflejo de la arrogancia, sólo se limita a consignar un hecho rotundo: para jugar como lo hace la Universidad de Chile debe contarse con un conjunto de deportistas capacitados durante un año entero para resistir la exigencia que aquello implica. Lepe quiso hacerlo de la noche a la mañana y más encima con una lupa en el cráneo: sólo cosechó el desfallecimiento y luego pretendió endosarle la derrota a la mala suerte y al árbitro Gamboa. Nos detendremos aquí…
Las lesiones de este tipo no son producto de una fortuna aciaga, sino más bien de un pésimo trabajo de los preparadores físicos, el que incluyó veinteañeros acalambrados en el segundo tiempo. Además, al no poder equilibrar las aptitudes atléticas del rival, la oncena cruzada siempre llegó tarde a la marca y en lugar de anticipar sólo golpeaba. ¿Qué Gamboa fue responsable del fracaso de la UC? La verdad es que el llanto soez de estos bocones se está volviendo demasiado frecuente e irritante. En primer lugar, Gamboa se comió un penal en contra de Rodríguez que dejaba a la U arriba muy temprano y después le anuló el gol del empate a Marcos González. Por otra parte, las expulsiones de Mirosevic y Ormeño sólo fueron la secuela lógica de la estupidez. Algo extraño les ocurre a los muchachos de la franja aristocrática cuando enfrentan a la Universidad de Chile. Les sucede lo mismo que a Juana I de Castilla: se vuelven locas. ¿Por qué los entrenadores de este equipo ABC1 no pueden controlar la imbecilidad de sus dirigidos? ¿O es que acaso este comportamiento subnormal es producto de un propósito? ¿Ablandar al contrincante, por ejemplo? Las ratas blancas intentaron hacer lo mismo y no lo consiguieron, ni siquiera jugando con dos peleles más.          
Si algo demostró la hazaña de la U en la Copa Sudamericana es que un club de fútbol profesional es un todo que conlleva relevancia en cada una de sus fracciones: capacidad aeróbica, habilidad técnica y táctica, planificación al mediano y largo plazo, acondicionamiento motivacional e intelectual, solidez institucional e hinchas fieles y tolerantes ante eventuales derrotas. El resto es lloriqueo retorcido y mediocridad encubierta. Esto que sirva para amordazar a todas las hienas que ven en el éxito de la Universidad de Chile tan sólo el producto de una maquinación arbitral. Ya esta bueno de mariconeos y que cada cual se haga responsable de su revés.
La U ganó un partido complejo: los jugadores estaban afectados por el calor, se encontraron perdiendo tras un error poco habitual y el equipo de la oligarquía golpeó demasiado. Pese a ello, volvió a ganar sin hablar de más, ni antes ni después del pleito.
Sampaoli sabe que la llave no está cerrada y que el jueves deberá extremar recursos para liquidar a los antagonistas. Pero también está consciente de que tiene jugadores valientes que quieren cerrar el año de la mejor manera. Uno de ellos es Eugenio Mena, quien soportó un golpe y un corte en la cabeza bajo una temperatura insufrible. Y no sólo eso, pues marcó el golazo con el que se venció a los peritos en fanfarronería y petulancia. En pormenores como estos debieran fijarse todos los pailones que desvalorizan los éxitos azules: periodistas y jugadores e hinchas rivales… Tal vez así aprendan a detectar el coraje y a comportarse como hombres, colisones de mierda.      

1 comentario:

  1. Los huecos simplemente jugaron a lo Lepe, osea, golpeando desde el primer minuto.
    Confundieron lo que es ponerle presión al rival con llegar en evidente fuerza desmedida a cada pelota dividida. Esto provocó la correcta expulsión de su monja superiora que por pasado de revoluciones y sobre todo por mal intencionado, le pegó a todos lo pasaron frente a él.
    Ahora a mentalizarse ya que lo que viene no será fácil...Abrochar esta llave y pasar a la Final del Clausura 2011.
    Vamo la U!

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