Vistas de página en total

martes, 23 de agosto de 2011

INEPTITUD IRRITANTE: GARCÉS EN EL HORIZONTE


Partamos por describir brevemente algunos conceptos importantes a tener en cuenta respecto del recurso humano en una empresa. Con alto grado de probabilidad, la mayoría de las personas que ejercen un trabajo no tienen la posibilidad de escoger la actividad que responde a su vocación. Más aún, muchas veces se deben soportar malos humores, cansancio, órdenes contrarias a los valores propios y así… Podríamos seguir enumerando. Como se dice, trabajar “es un mal necesario” para muchos.
Casi en forma natural, una empresa implica una suerte de dictadura en la que se imponen normas y procedimientos desde arriba. Esta es sólo una descripción objetiva. Por su categoría y posición, quienes dirigen una compañía están obligados a liderar un funcionamiento adecuado a los intereses fundamentales de la organización. Aludiendo a Maslow y su pirámide, la primera razón por la que una persona se mantiene en su trabajo responde a necesidades básicas de seguridad: aunque en ocasiones un individuo pueda estar contrariado, serán aquellas necesidades las que se superpongan y fuercen la contención de un natural deseo de deserción. En la medida en que quienes dirigen ejerzan un liderazgo inteligente, éste repercutirá en una de las variables más sensibles e importantes de una empresa: la productividad. El factor aumentará siempre y cuando los individuos que conforman la organización se mantengan motivados, en un ambiente de trabajo cordial, con claridad en los objetivos trazados y con una sensación de estabilidad laboral. Mientras se aplique un liderazgo inadecuado, la productividad caerá o, dicho de otra forma, se generará ineficiencia en el uso de recursos provocando el alejamiento de los objetivos permanentes de largo plazo.
Ver al fútbol tan sólo como una empresa es un grave error. Precisamente, una excepción inherente a esta disciplina es el hecho de que los futbolistas realizan el trabajo que les gusta; otra, que este deporte posee características similares a una religión, lo que es parte de su esencia. Si bien la configuración de la actividad obliga un soporte empresarial para poder existir, cohabita de manera inseparable la dimensión emocional en condición de variable estratégica y su descuido es imperdonable. No asumir ni entender esto es simplemente una ineptitud.
En el inconsciente colectivo de este país la rendición de pleitesía a los patrones es un axioma. Cierta prensa insiste en calificar a Johnny Herrera como un insurgente debido a sus declaraciones, sugiriendo que debería callar y acatar las decisiones de sus empleadores porque ellos mandan y punto, independiente de que estén obrando de la manera más nefasta. Argumentan, entre otras cosas, que sus declaraciones públicas no contribuyen a un buen “clima laboral”, cuando lo que realmente ocurre es que son los dirigentes quiénes atentan contra ello. ¿Por qué ningún periodista opina así? ¿No cabe esa posibilidad? Lo anterior es producto de la instalación automática en la mente de los más débiles para actuar de manera militar en el acatamiento a sus “superiores”. Irrita observar tanto mamón revelando su propia naturaleza.
Lo de Herrera es admirable, como pocos (o casi nadie) se atreve a decir lo que piensa, sin temor a perder su trabajo. Primero, se está faltando profundamente el respeto a un miembro de “la empresa”: Esteban Conde. Aún faltan seis meses y ha sido virtualmente desafectado. ¿Acaso este tipo de procedimientos ejecutados desde la dirigencia no generan un clima adverso en el plantel? Segundo: ¿es Garcés un gran arquero y mucho más que Conde? Basta revisar la forma en que salió del “equipo de Mier”: por fallar en instancias decisivas. Por último, se trata de un jugador plenamente identificado con uno de los principales rivales. Se ha dicho lo mismo respecto de Aránguiz y Magalhaes; aclaremos: el primero hizo cadetes en la “U” y, por lo demás, a ninguno de los dos se le vio tan adherido a la camiseta aborigen.
Lo de Garcés no es más que una burda movida económica en la que los regentes buscan hacer “la pasada”. Estos malos entendidos negocios de corto plazo pueden terminar ocasionando traumas gratuitos al interior del camarín azul, que ya venía fisurado con Pelusso y que sólo pudo reestablecer la paz luego de arduos momentos. La dimensión psicológica en una “empresa futbolística” debe ser considerada como una variable sensible y vital por parte de quienes la lideran, no hacerlo es una burrada de marca mayor. 


Por Rodrigo Álvarez Mack 

4 comentarios:

  1. Si algo quedó claro en la final con la UC es que la U tiene una cohesión de grupo magnífica. Sería una idiotez farrearse un ambiente ganador y solidario como el que se posee hoy en día. Confío en el intelecto superior que han mostrado los jugadores azules durante el año. Y, definitivamente, Garcés no es arquero para la U.

    ResponderEliminar
  2. No puedo estar mas de acuerdo con los dos comentarios anteriores. Me parece que esto va por el lado que dice Rodrigo...(Lo de Garcés no es más que una burda movida económica en la que los regentes buscan hacer “la pasada”).
    Si es así, podría agregar que lo que faltó en este caso es comunicación honesta y privada con los que están directamente afectados.
    Osea, transparentar y aclarar las intenciones.

    ResponderEliminar
  3. Y es eso. El saber de negocios o empresas no basta en este arte. Lo de Herrera no hace mas que confirmar que es un grande absoluto. Dirigentes: dejen de hacer huevadas y callense la boca algunas veces.

    ResponderEliminar
  4. Quizás se vio mal lo de Herrera considerando que no es común que los futbolistas den su opinión de manera tan explícita, hasta de cabrón lo denominaron. Pero yo con tal de que alguien le pare la mano a los dirigentes con traer jugadores con "pasado manchado" lo apoyo totalmente. Ni siquiera critico lo futbolístico, pero ya son muchos los jugadores que Azul Azul ha traído este año con pasado en las contras, y así la U sólo pierde su identidad, algo que los dirigentes parecen no conocer.

    ResponderEliminar